Estaban muy cerca cuando por fin se
decidieron a levantar la Santamaría, acto seguido entre y baje la puerta detrás
de mí.
Estudie rápidamente el lugar, era una
panadería, deduje por la maraña de trapos que había en el suelo que de alguna manera los usaron para impedir la
entrada del gas.
-¿Cuántas personas hay aquí?- pregunte a
nadie en particular.
-Somos solo cinco personas hijo- respondió el
más anciano de todos y el que había abierto la puerta -yo trabajo aquí, el
señor de allá y el joven estaban aquí cuando todo empezó, y esta pareja que ve
aquí llego unas horas después de que todo se calmo entre comillas-
-Mi nombre es Osvaldo- dijo el anciano
mientras se encaminaba hacia la barra.
-¿Cuáles son sus nombres? Pregunte al chico y
al hombre que se encontraban al fondo de la barra.
-Mi nombre es Freddy y este es mi sobrino
Eliezer- respondió el hombre.
-Un momento- replico el sujeto que se
encontraba sentado en el suelo junto a la mujer al lado de la puerta -¿Quién
eres tú y porque nos estas interrogando a todos?
Medite por un segundo en dar mi verdadero
nombre, pero lo pensé mejor, quizás esto me dé algo de control sobre la
situación.
-Soy el Teniente Edward Steward, trabajo en
la Dirección de Inteligencia Militar- respondí
-¿Y tu quien eres?-
-Soy cirujano de la clínica Vista Alegre, mi
nombre es Alberto Moncada y esta es mi esposa Isabel Yánez- apunto el hombre,
aunque vi la duda reflejada en su rostro por mi respuesta.
-No estoy uniformado, ya que estaba haciendo
un trabajo de inteligencia. Estaba investigando rumores sobre un posible ataque
terrorista- explique, hice una breve pausa -Veo que el general estaba en lo
correcto- indique como quien piensa en voz alta.
Mire de reojo a Alberto y al parecer se trago
mi penoso intento de mentira.-No logramos averiguar quién es el responsable de
este ataque, así que por el momento, estableceremos esta panadería como un
refugio temporal hasta que lleguen la ayuda- mentí de nuevo para darle algo de
esperanza a todos.
-¿Así que no saben quién es el responsable de
todo esto?- pregunto Osvaldo -Apuesto que fue el imperi…-
-¿Otra vez con lo mismo?- interrumpió la
mujer llamada Isabel -¿Va seguir hablando de los Estados Unidos? Quién sabe si
no fue el mismo gobierno el responsable de esta desgracia- señalo la mujer con
las palabras salpicadas de odio.
-Un momento señores- interrumpí el
intercambio de palabras -estamos seguros de
que Estados Unidos no tiene que ver nada en este asunto, y señora- dije mirando a Isabel -¿Cree usted que si
esta fuera obra del gobierno atacarían tan cerca de Miraflores? ¿Tan cerca del
presidente?- espere unos segundos para ver que tenía que decir al respecto, al
ver que no tenían como rebatir mi argumento proseguí -Entiendo que no tenga
confianza en el gobierno, pero créame cuando le digo que esto es obra de
terroristas, aunque no sepamos quien es el responsable, y aunque nadie se haya pronunciado al
respecto-
Isabel también pareció tragarse mi mentira y
no replico más.
-Señor ¿usted sabe porque no funcionan los
celulares?- pregunto con voz tímida Eliezer.
En realidad hasta ese momento no fui
consciente de que había perdido mi celular, quizás cuando me metí en la
cisterna, o cuando forcejeaba con la gente de la iglesia.
-Hasta el momento, es muy poca la información
que manejamos- mentí de nuevo -no sabemos a ciencia cierta a que nos estamos
enfrentando-
-Hijo, ni la televisión ni la radio tampoco
funcionan- comento Osvaldo -solo hay estática en la radio y en la televisión ni
una imagen y eso que ya revise en todos los canales-
-Esto no es normal, nos atacan así de repente
y aparte nos dejan incomunicados, ojala que están todos estén bien en la casa-
expreso Freddy con angustia.
-Quizás es parte de su plan, el dejarnos
incomunicados para así retrasar la respuesta de las autoridades- dije en tono
pensativo -así tardara más tiempo en llegar la ayuda-
Vi la zozobra que mi comentario causo, todos
los que me rodeaban estaban preocupados por sus seres queridos, quizás en su
ignorancia pensaran que esto, era algo pasajero, que al mediodía estarían en
sus casas, contándole a sus parientes el mal rato que habían pasado.
De improvisó las cosas que estaban afuera
comenzaron a golpear la Santamaría; rasguñaban la puerta y gemían ansiosos,
sabían que había vivos adentros.
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