domingo, 6 de abril de 2014

Capitulo 17 En Nombre de Dios

Los restos de lo que había sido un hombre despertaron bajo un gran montón de ruinas calcinadas. Un ser sin conciencia de su existencia, sin conocimiento de su razon de ser. Todo volvía en pequeños fragmentos, preguntas, respuestas, ideas, recuerdos, pensamientos ¿Qué soy? ¿Quien soy?

Intento moverse pero fue inútil, su cuerpo estaba marchito, consumido por ¿Fuego? ¿Estoy vivo? ¿Quien soy?

-Tu falta de fe te perdió-

-¿Quien eres? ¿Dónde estas?-

-Soy principio y fin, el alfa y omega, estoy en todas partes y en ninguna a la vez, tú sabes quien soy pero ¿Sabes ahora quien eres tú?-

-Si, ahora lo se-

-Eres mi roca, heraldo de la destrucción. Mi ángel de la muerte, caminaste por valle de sombra y de muerte, pero aun no ha llegado tu tiempo, aun te quedan obras por hacer en el mundo-

-Ya no hay nada que pueda hacer, no tengo fuerzas, no tengo poder para cumplir tu voluntad-

-¿Acaso no recuerdas mi palabra? ¿No lo recuerdas? La fe mueve montañas, asi que levántate y anda-

Una mano calcinada afloró hacia la superficie, seguida de un hombro. Otra mano salio y empujo el resto del consumido cuerpo hacia la superficie, un cuerpo ennegrecido y reducido por las llamas, mas que cuerpo, era solo piel quemada pegada a los huesos. Cualquier espectador consciente concluiría presa del terror, que el infierno abortaba desde sus entrañas  a un ser de pesadilla.

Por fin el cuerpo se libero de su prisión terrenal y se arrastro entre los escombros, ya que carecía de piernas, era poco mas que un torso sin cabeza ni ojos, pero a pesar de sus limitaciones tenia claro el camino que debía seguir.

-¡Yo te cree a mi imagen y semejanza!- trono la voz en el interior de su ser -Te ordeno que te levantes ¡Levantate y anda!-

Entre el medio de sus hombros, comenzaron a aflorar huesos, músculos, nervios y arterias, un cráneo empezó a tomar formar por fuera y por dentro, un cerebro comenzaba desde la nada a crearse, De lo muñones retorcidos de sus piernas, igualmente comenzaron a formarse, músculos, huesos, articulaciones, venas, y por ultimo una piel deformada, donde se hacían visibles vasos capilares y demás venas cubriendo ambas extremidades. El cambio no acabo ahí, ya que en igual medida su cuerpo comenzó a restaurarse, haciendo crecer sus músculos, reducidos por el fuego, reparando sus huesos fracturados y pigmentando el color de su piel. Dos globos oculares carentes de parpados, volvieron a percibir el mundo, el color y la textura de la realidad.

Una criatura deforme había salido de la tierra, ahora un hombre completo se ponía en pie.

-Has sido bautizado con fuego y has renacido como criatura nueva. Ahora la muerte no tendrá poder sobre ti, seras tu quien la domine, ya que he posado sobre ti mis ojos, y te considerado digno de portar mi poder y hacer prodigios sobre el mundo en mi nombre-

No había duda en su interior, pues el creador de todas las cosas le había puesto en pie. Le había rescatado del oscuro abismo de la muerte, para que cumpliera sus designios.

-Ahora ve, pues sabes cual es tu propósito y mi voluntad. Que nada ni nadie se interponga en el camino que he trazado para ti, y quien ose intentarlo sufrirá nuestra ira-

Y obedeciendo el mandato, avanzo presto a cumplir su misión.

El sol se alzaba en lo mas alto indicando que ya era mediodía, cuando escucharon un rugido estremecedor que sobresalía entre el mar de gemidos.

-¡¡¡Uish yjuemadre, corra parcero!!!- exclamo alarmado Jairo al ver al zombi vestido con el uniforme de policía, que salía corriendo de la estación del metro de Plaza Venezuela.

-¡Virgen santa! Este corre- señalo David como si no fuera evidente.

Ambos emprendieron a la carrera seguidos del zombi corredor, secundados de mas de una centena de zombis “normales” que los venían siguiendo desde la salida del parque Los Caobos. Habían sobrevivido durante una semana, refugiados en uno de los museos de la entrada del parque. Su único sustento habían sido las chucherías, que habían recolectado en las cercanías y también parte de las despensas, de un carro de perros calientes abandonado.

En el museo se habían quedado cuatro personas, una pareja de ancianos y dos mujeres que se habían negado a abandonar su refugio, las otras seis personas, cinco hombres y una mujer se arriesgaron a salir y prometieron volver con ayuda, casi a la salida del parque, habían sido emboscados por una veintena zombis. Solo David y Jairo habían logrado salvar el pellejo.

Dejaron atrás a los zombis y siguieron avanzando a paso vivo hacia Plaza Venezuela, pero a medida que avanzaban iban saliéndole al paso, mas y mas zombis, que se unían al grupo.

-No puedo mas Jairo, tengo una puntada en la barriga- gimió David.

-Corra hermano- le soltó Jairo con el acento característico de las personas procedentes de Colombia -Si lo agarran se lo comen-

-Metámonos en ese carro, lo prendemos y dejamos atrás a estos bichos- agrego David señalando un Hiunday rojo, que se encontraba a treinta pasos de distancia, con las cuatro puertas abiertas.

-Yo no se manejar mano ¿Y si no tiene las llaves? ¿O si no prende?-

-Tranquilo, yo se manejar y se como prenderlo si no tiene las llaves- respondió David.

Llegaron al auto, David se monto del lado del conductor -Cierre las puertas- indico.

-¡Vio! ¡Vio! No tiene llaves, ojalá lo pueda prender- contesto nervioso Jairo mientras se apresuraba a cerrar las puertas y pasarles el seguro.

-Préndalo pues, mire que ya llega el verraco corredor- le insto Jairo a David mientras miraba nervioso como el zombi acortaba la distancia que los separaba dando grandes zancadas y alaridos salvajes.

-Espérese un momento- respondió David mientras manipulaba los cables que se encontraban bajo al tablero.

-¿Pero porque tarda tanto no juegue?- pregunto al borde de una crisis nerviosa Jairo.

-¡Coño es que no se cuales son los cables que hay que cruzar! No me recuerdo bien de la película- protesto David.

-¿¿¿Qué??? Me esta diciendo que quieres prender el carro porque lo viste en una película, usted si es mucho bruto, hijo de la gran...-

Un impacto en el vidrio de la puerta del copiloto dibujo una telaraña de grietas.  El corredor rugió y procedió a golpear nuevamente el vidrio.

El brazo del zombi atraveso el vidrio y agarro a Jairo por el cuello. Jairo se debatió para librarse del agarre del zombi, alejo la mano que tenia varios dedos aplastados de su garganta, y sostuvo el brazo como si de una serpiente venenosa se tratara. El corredor cambio la táctica y paso a darle cabezazos al vidrio para aumentar el diámetro del agujero que había abierto en la ventana.

Jairo continuo su encarnizada lucha contra el brazo del corredor, mientras David se limitaba a contemplar horrorizado la lucha. De repente sintió que sus esfínteres se aflojaban, y un líquido caliente comenzó a manar desde su entrepierna y mojar sus pantalones y el asiento.

-¡Abra la puerta mongólico!- grito Jairo, acto seguido hizo palanca con al puerta para partirle el brazo al corredor, pero aun con el brazo fracturado mas abajo del codo, ni su fuerza ni su empeño disminuyeron.

David pareció reaccionar al grito de Jairo y se apresuro a abrir la puerta y salir del auto, Jairo lo siguió no sin antes mojarse el pantalón con el pozo de orines que David había dejado.

Antes de que Jairo pudiera reaccionar, el corredor se le echo encima agarrándolo por los hombros. Antes de que pudiera morderlo en la garganta, David lo agarro por el cuello, en un vano intento de estrangularlo.

El corredor lanzo un alarido cargado de furia y se revolvió alternándose, entre agarrar a Jairo e intentar liberarse de la llave que le había hecho David, propinándole violentos codazos. Pero el miedo incentivo a David a no soltar a su presa. Sabia que si lo hacia, ambos morirían destrozados.

A todas estas Jairo echo un rápido vistazo a su alrededor en busca de algo con que hacerle frente al corredor. No tardo en dar con lo que buscaba, una tonfa que yacía al lado del cadáver hinchado de un guardia nacional en la acera a mano derecha.

-Aguante un pelo hermano- le dijo a David cuya cara empezaba a enrojecer por el esfuerzo.

Corrió y tomo la tonfa haciendo caso omiso del putrefacto olor que despedía el cadáver, y de los líquidos viscosos que impregnaban la tonfa. Algunos minúsculos gusanos pálidos que se aferraban a la tonfa, murieron aplastados bajo su mano.

Se puso de pie para ir a socorrer a David pero los demás zombis, los lentos casi se le echaban encima. No le daría tiempo de acabar con el corredor, sin que el centenar de zombis los rodearan.

-Ayúdeme Jairo, rápido- gimió David casi sin aire, sin ser consciente de lo cerca que estaba la horda a la que les daba la espalda.

-Lo siento parcero- le dijo Jairo con la voz rota por la decisión que estaba obligado a tomar, y sin esperar a que David replicara salio corriendo.

Los zombis gimieron ante la proximidad de su presa y David volteo con el corazón en un puño, ese momento fue aprovechado por el corredor que se libero del agarre de David, y sin perder tiempo le clavo los dientes en el hombro arrancándole en la maniobra, una mas que generosa porción de carne, la sangre broto a presión de la herida y los demás zombis se excitaron al percibir el liquido carmesí.

Jairo escucho los alaridos de dolor de David y las lagrimas limpiaron de suciedad la piel por la que corrían. Jairo se esforzó en correr mas rápido en un intento de huir tanto de los zombis como de los sentimientos de traición. Tendría éxito solo en lo primero.

El Bulevar que conectaba Plaza Venezuela con Sabana Grande, no se encontraba libre de zombis, ya que había unos cuantos que vagaban entre los restos de cuerpos en proceso de descomposición y la basura, pero se encontraban lo bastante dispersos como para que Jairo se permitiera aminorar el paso.

Volteo para ver que tanta ventaja le había sacado a la horda que les había dado caza en la avenida. Ninguno de los zombis se había dignado a perseguirlo, se estarían cebando con el pobre de David.

-Gracias a que tu lo abandonaste- pensó.

Decidió dejar las recriminaciones para mas tarde y acelerar el paso, ya que habían aparecido varios zombis desde los pocos locales que estaban abiertos, dos cafeterías, una farmacia, una tienda de artículos de electrónicos y de una... -¿¿¿Pero que coño???-

De una tasca salio uno de ellos bailando, con una botella en una mano y un cigarro en la otra.

-¡Esta vivo! es un superviviente- reacciono -¡Ey! Parcero- le llamo.

El hombre que había salido de la tasca miro en su dirección y se acerco a paso vivo -¿Que´lo que causita, todo bien?-

-¡Ay! gracias al cielo que encuentro a alguien mas vivo, mucho gusto hermano, me llamo Jairo- Acto seguido le tendió la mano.

-Yo me llamo Franklin, papa. Y tu no estas pega´o como todos los demás- agrego estrechando la mano que le ofrecían. Jairo noto que a pesar del calor que hacia, Franklin tenia la mano sumamente fría.

Decidió hacer caso omiso al detalle inquietante de Franklin. Había problemas mas acuciantes que atender, por ejemplo poner distancia entre ellos, y los zombis que deambulaban por el Bulevar.

 Jairo se quedo estupefacto, los zombis que hacia unos instantes se habían centrado en darle alcance, ahora merodeaban en distintas direcciones haciendo caso omiso a su presencia. habían perdido el interés en perseguirlo.

Aun sin poder creerlo Jairo se acerco con cautela hacia uno de los zombis que se encontraba mas cerca, una joven rubia que tenia el cabello cubierto de costras secas de sangre, cojeaba levemente a causa de tener torcido en un ángulo irregular el pie derecho.

Jairo se acerco aun mas, y cuando se encontraba a escasos dos metros, la chica se estremeció como si fuera sido alcanzada por un rayo, y lanzo un gemido lastimero mientras volteaba y alzaba los brazos en su dirección. Jairo lanzo un gritito que sonó poco varonil y cayo sentado ante el susto que se había llevado. Y se arrastro a gatas en torno a Franklin.

-¿Que te pasa causa? ¿Estas facha`o?- le pregunto Franklin mientras una sonrisa burlona adornaba su cara.

-Corra hermano, el zombi... ¡Uysh hija ´e puerca!- exclamo Jairo de rodillas , la chica seguía su lento andar sin hacerle ningún caso, como si nunca lo fuera visto.

-Date un pase causa- le dijo Franklin ofreciéndole el cigarro que tenia
-Esta aliñado- agrego sin dejar de sonreír.

-Yo no fumo parce- respondió Jairo mientras se ponía de pie -¿A usted no lo persiguen los bichos esos?-

-¿Quienes? ¿Los mal pega´os esos? No que va, y ni que se les ocurra- dijo Franklin mientras se levantaba la camisa y dejaba ver un par de revólveres calibre 38.

-¡Hermanito! ¿De donde saco eso?- exclamo Jairo señalando las armas de Franklin con la tonfa.

-¡Jajajaja! se lo robe a un chiguire por el barrio, Andaba mal pega`o y lo asalte- Agrego Franklin -Y eso no es nada, no has visto las bichas que porto en el bolso, ¡Uhm! hablando de eso, achantala un pelo-

Franklin se quito el voluminoso bolso que llevaba en la espalda y lo coloco en el suelo, Jairo pudo ver de reojo, algunos paquetes verdes y unas bolsas con un polvo blanco. Franklin saco un pitillo de un envase de leche en polvo, donde había una gran cantidad de estos, le corto una punta con una tijera que llevaba en su extraño equipaje y deposito el contenido en el dorso de su mano cerca del dedo pulgar. Jairo no hizo pregunta alguna cuando Franklin inhalo el polvo blanco, con la misma naturalidad que un niño comería un caramelo.

-¡Uff ta` bueno vale!- exclamo mientras seguía inhalando el polvo -¿Seguro que no quieres menor?-

Jairo negó con la cabeza enérgicamente con la cabeza sin mencionar palabra alguna.

-Dale pues, pero no me vas a despreciar un trago ¿Verdad causa?- pregunto Franklin ofreciéndole la botella.

Jairo agarro al botella de contenido cristalino "Anis Cartujo" decía en la etiqueta. Se empino la botella y dio un largo trago, sintió como el liquido dulce y caliente bajaba por su garganta y quemaba su estomago, sintió como las nauseas se acumulaban en su interior. Dio la media vuelta y vació en el piso el escaso contenido de su estomago.

-¡Jajajaja mamaguevo! ¿No aguantas la pela?- le interrogo Franklin carcajeándose mientras se limpiaba de la nariz los restos de cocaína.

Jairo no hizo caso del comentario burlón, estaba ocupado controlando las arcadas que daba su cuerpo, pero ya no tenia nada que expulsar, solo le salía un baba espesa.

Franklin se acerco a Jairo y le dedico una mirada escrutadora al vomito  -¡Ah! pero con razon causita, no has comido un coño, me fueras dicho antes, llegate vamos a buscar algo que papear- Franklin le quito la botella y le indico que lo siguiera.

Dio la media vuelta y sin querer, Franklin piso un pequeño trozo de carne descompuesta que estaba en el suelo.

-¡Coño`e su madre me embarre de mierda- exclamo.

Jairo sintió de nuevo arcadas pero esta vez se contuvo. Franklin froto el zapato contra el suelo limpio y reanudo la marcha.

-Esta vaina me recuerda a una rumba de unos quinces años por allá  por el barrio- comenzó Franklin -Estaba en la casa de la menor, se llamaba Yuleisy creo, ese día andaba con cabeza`e budare y el pata`e cabra, tabamos vacilándola y de repente llego el negro Caraota mas blanco que un papel Jajajaja- Franklin hizo una pausa mientras reía.

-Bueno si, el bicho llego a avisarnos que el menor Yonaike que era culebra del pata`e cabra, venia por la redoma con un combo a entrompar en la fiesta,  le habían pasado el dato que pata`e cabra estaba en la rumba y venia por el. Bueno el Caraota no había terminado de hablar cuando Yonaike se apareció en la puerta con par de bichas en las manos y seguido de cuatro menores que también eran hampa-

Franklin hizo gestos en las manos cerrando los dedos y extendiendo el dedo medio e indice -Bueno causa, se armo la san pablera, Yonaike y su combo empezaron a disparar, el pata`e cabra saco una metra de no se donde y el cabeza`e budare entrompo con un nueve, yo saque mis dos Glock peine pa` fuera, y sin creer en nadie le metí selector a esa mierda y bueno compadre.

Franklin dio una larga calada a su cigarrillo hasta quemar parte del filtro, lo arrojo a un lado y contuvo el humo cerca de 20 segundos, luego lo expulso en medio de un fuerte ataque de tos. Jairo vigilo en todas direcciones temiendo que de un momento a otro, los zombis que había por los alrededores se les echaran encima, pero ninguno dio muestras de notar el escándalo que Franklin estaba armando.

Indiferente a todo, Franklin procedió a darle un trago a la botella de anis y continuo avanzando sin continuar su relato. El silencio se prolongo por algunos minutos.

-¿Y que paso después hermano?- agrego por fin Jairo.

-¿Eh? ¿Que paso de que?- Franklin le dedico una mirada extraviada como si hubiera notado su presencia de repente -¡Ah! Si ¡Mierda! Me quede pegado-

-Bueno, se armo la plomamentason- Franklin empezó a gesticular de manera frenética como si estuviera disparándole a enemigos imaginarios y evitando a la vez sus ataques -¡Pla! ¡Pla! ¡Pla! ¡Pla! ¡tracatracatraca! le vacié el coco a uno de los menores, cabeza`e budare cayo encima de una mesa y le pego un tiro sin querer, a un tío de la quinceañera, Pata`e cabra le descargo el peine a los otros tres menores, pero Yonaike le dio matarile con un coquero, pero yo le escoñete las piernas y por ultimo  le di un coquero también.

Dejo de gesticular y continuo con su relato -A mi me dieron par de pepazos en el hombro, pero salí bien del beta. Había un reguero de muertos y de sangre por todos lados burda`e boleta, las tipas gritaban y lloraban, y los hombres corrían a ayudar a todo aquel que podían. Hasta la menor llevo del bulto, le dieron un pepazo en el ojo y se lo vaciaron. Yo me perdí de ese evento y me llegue hasta el modulo de los cubanos, para que me curaran y ver si tenia algo roto. Por suerte las balas entraron y salieron sin joderme ningún hueso-

Jairo dejo de prestar atención al relato de Franklin, estaba absorto en el desolado paisaje que les rodeaba. Era increíble como el bulevar de Sabana Grande, antaño lleno de actividad, de ruido y de personas, se encontrara ahora tan solitario (exceptuando a los escasos zombis que merodeaban de aquí para allá) y callado. Lo único que había en abundancia era basura por doquier, moscas, y ruinas putrefactas de seres humanos.

Eso era lo peor, los restos de personas cubiertos por un nutrido grupo de moscas y gusanos. Sin darse de cuenta Franklin y Jairo llegaron a un Farmatodo con la Santamaria a medio cerrar.

-Vamos a entrar aquí menor- dijo Franklin -Aunque sea pa` cuadrar unas chucherías y unos frescos.

Jairo entro seguido de Franklin al Farmatodo que por fortuna, esta despejado, no había nadie adentro. Nada mas entrar, a mano derecha había un cajero electrónico del banco Provincial, el local estaba divido en cuatro pasillos, en el que los primeros tres no había nada comestibles, solo cremas, tintes para el pelo, desodorantes y demás artículos de higiene personal, en el ultimo pasillo a mano izquierda, dieron con los que buscaban, Doritos, papas Rufles, galletas Oreo, todo en empaques tamaño familiar.

Jairo se abalanzo sobre los empaques de Doritos, abrió uno de tamaño extra grande y empezó a devorar su contenido, mientras que Franklin examinaba la estantería de bebidas y se decidió por un Red Bull. A pesar de no contar con energía eléctrica, el Farmatodo estaba bien iluminado, gracias a la gran cantidad de luz solar que entraba por las vidrieras que rodeaban el lugar.

-¡Agh! Esta caliente- se quejo Franklin. Jairo abrió una Pepsi de lata y bebió con avidez pues se estaba atragantando con los Doritos. Sin importarle que estuviera a temperatura ambiente, apuro el contenido y abrió una segunda lata y la acompaño con una bolsa de papas sabor a queso. Jairo paso la siguiente media hora sentado en el suelo, devorando todo lo que estuviera a su alcance

-¡Verga menor! tenias el hambre retardada exclamo Franklin al ver que Jairo abrió la tercera bolsa de papas.

-Tenia una semana encerrado en un museo del parque Los Caobos, comiendo racionado, hermano- Respondió Jairo, mientras masticaba con desgana. Ya estaba satisfecho.

-¿Estabas tu solo en ese beta?- pregunto Franklin.

-¿Como dice parce?-

-Que si estabas solo en el museo menor- aclaro Franklin.

-No, en realidad estaba con diez personas- contesto abatido recordando el destino del pobre de David. Era un buen hombre a pesar de ser un poco bruto. No merecía haber muerto asi.

Un sonido proveniente de la Santamaria los alerto, ambos se pusieron de pie, pero no vieron nada, ya que la estantería les bloqueaba la vista de la entrada y el exterior.

Caminaron en dirección hacia el sonido. La tonfa de Jairo temblaba visiblemente en sus manos, por su parte Franklin caminaba de manera despreocupada. Alguien estaba subiendo la Santamaria.

Jairo quedo perplejo al ver como la avenida Casanova y las calles que confluían en la misma, estaba repleta de no muertos. Pero enseguida sus ojos se posaron en el extraño que había echo el ruido al entrar.

Era un nombre de edad avanzada, estaba impecablemente vestido de traje y corbata, llevaba puesto un sombrero negro de ala corta, bajo el cual se adivinaba una gran calvicie y unos lentes de sol oscuros, podría decirse que trabajaba en un compañía con un cargo importante, pero no encajaba con el ambiente imperante  y la situación, estaba totalmente fuera de lugar.

-¿Que lo` que jefe? ¿Pa` donde la lleva?- Pregunto Franklin de manera despreocupada.

-Ustedes serán mis aliados, en esta nueva era que esta a punto de empezar, pues desencadenaremos la guerra mas grande que el mundo haya visto jamas.

Tanto Franklin como Jairo quedaron sorprendidos por el mensaje que les soltó el anciano, no por el contenido sino por la forma, porque a pesar de que escucharon perfectamente, en ningún momento los labios del recién llegado se movieron.

El anciano se quito los lentes dejando al descubierto unos ojos sin parpados, una sonrisa se dibujo en su rostro. Afuera los no muertos esperaban pacientemente, movidos por una orden invisible.