lunes, 2 de diciembre de 2013

Capitulo 15 Todo Hombre Es Una Historia



-No durara más de una semana-

-No va aguantar la presión, ya tú vas a ver que se va a escapar-

-¿Cuánto tiempo creen que dure antes de que pida la baja?-

Me hicieron esos comentarios hace un mes. Hace un mes que entre al ejército  a prestar servicio. Y a esta hora, a las 4: 30 am, mientras estoy formado frente al comedor, o mejor dicho frente al rancho como le dicen aquí, mi rostro asoma una sonrisa.

-Aun continuo aquí- pienso.

El hilo de mis pensamientos se ve interrumpido, por un zancudo que zumba dentro de mi oído izquierdo. No hay nada que anhele más en este preciso instante que hurgarme dentro de la oreja y espantar al zancudo, pero sé que si no permanezco rígido como una estatua en la formación, habrá consecuencias desagradables.

-¡Te moviste nuevísimo! ¡Tú! no, el del al lado… ¡Sí! Tu mismo ¡¡¡Entiérrate de cabeza mostro!!!-  grita uno de los sargentos a uno de mis compañeros, al que apodaron como “Mama Ota”.

Veo por el rabillo del ojo como Mama Ota, apoya la cabeza sobre el suelo, se coloca las manos detrás de la espalda y extiende las rodillas, quedando el cuerpo sostenido por la punta de los pies y en mayor medida por la cabeza. Ya he pasado por eso y lo peor empieza cuando han pasado unos minutos, te empieza a doler el cuello por la tensión que está soportando. También es molesto el dolor en el cuero cabelludo, pero es más tolerable, aun cuando el suelo es de tierra.

Más mosquitos picándome en las piernas, y zumbando por los alrededores de mi nariz. Si al menos usáramos pantalón en vez de estos shores azul oscuro y estas camisas manga corta verde, no fuera tan malo, pero supongo que aguantar esto, es parte del entrenamiento militar.

-¡Siguiente fila!- dice el cabo primero que está en la entrada del rancho.

Es mi fila. Al fin aprovecho para espantarme los zancudos y rascarme en todos los sitios donde me han picado, produciéndome un alivio instantáneo. Entramos por fin al rancho, donde el ambiente se nota más cálido que el frio glacial que hace afuera.

Adentro nos espera una nueva fila para recibir el desayuno. Casi todos mis compañeros tienen una bandeja de aluminio con distintos compartimentos para los alimentos y una taza grande también de aluminio, donde va el jugo o el café, dependiendo de que sirvan hoy. En cambio algunos tenemos un menaje de campaña, que consiste en un recipiente de aluminio ovalado, con una asa larga para no quemarse cuando sirven sopa o granos La tapa del menaje esta divida en dos para los alimentos secos, Arroz, pasta, etc. Es práctico ya que cuando le pones la tapa, el asa se ajusta perfectamente en la división de la tapa, o si está abierto puedes agarrar el asa y la tapa descansa sobre la misma.

Al final de la fila otro de mis compañeros, se le resbala la bandeja de las manos y la deja caer en el suelo. El comedor queda en silencio por unos segundos. Un cabo segundo profiere una sonora carcajada rociando en la maniobra de algunos copos de avena, a uno de mis compañeros que se encuentra sentado enfrente de él.

Varios distinguidos caen como fieras salvajes sobre el infortunado compañero que dejo caer el desayuno, soltándole una sarta de palabras propias del extraño léxico usado dentro del ejército.

-¡Entiérrate de moño sobre la comida, recancano bachaco!- dice uno.

-¡No! Que rampee sobre la comida!- dice en tono divertido otro-

-¡Estás loco! Agrega un tercero -A mi me toca limpiar el comedor-

El cabo primero que estaba en la entrada y que vio en todo momento lo que pasaba en el comedor, por fin se decide a intervenir.

-Recoge tu comida rápido, civil y vete a comer- agrega en tono fastidiado.

Los distinguidos se apartan de su presa no sin antes hacerle señas con las manos, que prometen un futuro muy próximo plagado de sufrimiento.

La cola sigue avanzando hasta que por fin llega mi turno. La comida se compone de una porción de avena bastante grumosa, que dudo que contenga leche, dos bollos de pan, mortadela en salsa picada en pequeños trozos, un pequeño bocadillo de guayaba y algo de insípido café.

El estomago me rugía del hambre, y supuse que seguiría igual después de comer, al ver la mísera ración que nos servían a nosotros y ver lo lleno que estaban los menajes de los distinguidos y cabos. Me senté en una de las mesas más cercanas a la salida trasera del comedor, en las que no veía a ningún superior ni compañero. Me guardo disimuladamente el bocadillo en uno de los bolsillos, para comérmelo mas tarde y también para evitar que algún superior me lo quite.

Me disponía a devorar con avidez mi desayuno, cuando escuche  la voz de un cabo segundo detrás de mí. Era ni más ni menos que el cabo Zelaya -Si el infierno tuviera apellido, sería el de ese becerro- me menciono una vez uno de mis compañeros, después que el cabo Zelaya lo agarrara una noche y lo pusiera a hacer ejercicios hasta casi desfallecer para acto seguido mandarlo a que se me mojara de la cabeza a los pies y proceder a envolverlo en papel higiénico.

-Ahora eres la momia, nuevo- había dicho Zelaya, dejando al desdichado de pie durante toda la noche.

-¡Cesar nuevísimo! Ceee saaar- empezó en tono burlón.

Puse las manos cerradas como puños sobe la mesa y me quedo sentado e inmóvil, tal como me enseñaron cuando alguien me dijera “Cesar”

Zelaya se sentó y comenzó a comer plácidamente.

-¿Sabes? Cuando yo era un nuevísimo como tú, me molestaba que no me dejaran comer ¿A ti te molesta que no te deje comer nuevo? Puedes responder con sinceridad, no te pasara nada si lo haces-

-No me molesta mi cabo- respondí en tono neutro sin dejar de mirar el frente-

-¿No te molesta? ¡Uff! Qué alivio, yo pensé que te estaba molestando, bueno, vista a la izquier- me suelta y no tengo otra opción que girar la cara hacia la izquierda.
Pasa algunos minutos hablándome de cuando él fue un nuevo y las cosas que le hacían cuando llego, yo dedico algunas miradas anhelantes por el rabillo del ojo a mi comida que se está empezando a enfriarse y para colmo, algunas moscas están comenzando a rondarla como si de zamuros volando en círculos alrededor de la carroña se tratara.

El cabo también se percata de las moscas y toma medidas al respecto.

-Vista al fren nuevo ¿Ves lo que pasa por empeñarte en escucharme hablar paja? La comida se te va a llenar de moscas, pero yo no puedo permitir eso- me dice con fingida preocupación.

-Continuar nuevo, agarra el pan y pícalo en pedazos, ¡Eso! Ahora echa la mortadela dentro de la avena, ahora el café, mézclalo todo bien con la cuchara- me dice el cabo mientras se dibuja una sonrisa cruel en su cara.

Mantengo una expresión impasible mientras sigo las órdenes, no es la primera vez que me hacen comer la comida mezclada, adema me consuelo pensando que igualmente la comida estará mezclada en el estomago.

-Ahora puedes comer, nuevo- me indica el cabo.

Empiezo a comer con entusiasmo sin hacerle asco a la comida. El cabo me dedica una mirada que indica que está decepcionado al ver que no afecta comer de esta manera.

-Nuevo ¿No te da asco comer la comida así?- me pregunta extrañado.

-No mi cabo- Le respondo con sinceridad sin dejar de comer.

-¡Cesar!- me indica.

-¡Continuar!-

-¡Cesar!-

-¡Continuar!-

-CeeeeEEEeeee - alarga la frase como si estuviera cantando -¡Saaaaar! Cesar, cesar, cesar, nuevísimo. Vista a la dere-

Giro la cabeza hacia la derecha hacia la derecha, con el rostro desprovisto de toda emoción. Tengo claro, que si doy signos de estar molesto, podría irme mucho peor, pero para ser sincero, esto no me afecta. Lo tomo como parte del entrenamiento militar, el cultivar la paciencia y soportar cualquier prueba por más dura que sea, o en este caso, tediosa -Tengo la habilidad para adaptarme a cualquier ambiente, a cualquier prueba, a cualquier situación- Este pensamiento me pone de buen humor, pero me cuido de sonreír, el cabo segundo podría tomárselo como una burla.

-Vista al fren nuevo- continúa el cabo y agrega lentamente -Cuento hasta tres y no te veo- ¿Entendido nuevo?-

-Entendido mi cabo-

-Ok, uno…- Agarro el menaje más rápido de lo que dura un pestañeo y salgo despedido del comedor antes de que tenga tiempo de pronunciar “Dos”.

Afuera el sol comienza a emerger por el horizonte. Una tenue brisa, me trae olores mezclados, de la maleza que crece sin control alrededor del batallón, de la tierra mojada por el rocío de la mañana, de huevos fritos y café, quizás del comedor de oficiales. De sonido de fondo, esta el trinar de los pájaros y el alboroto que hacen mis compañeros lavando sus menajes y cubiertos.

Me percato de que “Pichón de Gorila” uno de los distinguidos, un negro que parece una montaña de músculos, me dedica una mirada y luego otra a mi comida, que ya esta fría. Sé que inútil, pero rápidamente me llevo el menaje a la boca, ignorando usar la cucharilla.

-Ooooooiiiiiiiiiidooooooooooo- me grita con tono alegre. Automáticamente me vuelvo de piedra.

-¡Vista! ¡Pero vista! ¡Pero qué vista!- pichón de gorila hace una pequeña pausa teatral y agrega casi susurrando -A la izquier-

-Paciencia, paciencia, esto no será eterno, al finalizar el día esto no tendrá importancia y dentro de algunos meses, seré yo el que estaré en su lugar-  pienso mientras mi estomago protesta con un inaudible rugido. Me distraigo viendo a los pájaros revolotear en el aire, cazando insectos -Por lo menos ellos están comiendo-

-Vista el fren nuevo, termina de comer- veo incrédulo a pichón de gorila, no creo que me deje comer así por las buenas. Me llevo el menaje a la boca aunque le dedico miradas de desconfianza mientras lo hago.

-Así no nuevo, usa la cucharilla, no eres ningún animal- me reprocha.

Obedezco y uso la cucharilla, duro menos de un minuto comiendo. Mi porción de comida era tan exigua, que no me fuera durado mucho más. Lucho para hacerme un espacio entre mis compañeros para lavar el menaje. Al ver que los chorros de agua que salen de los grifos, es más tenue que un chorro de orine, opto por coger el agua que esta empozada. No es que sirva de mucho para remover la grasa, pero es mejor que nada.

Corro a reunirme con los demás que están sentados afuera del comedor esperando a que todos terminen de comer.

Me dispongo a quitarle la grasa al menaje con la camisa, mientras escucho las conversaciones de los demás.

-¡Verga! Ese mama Ota si es novedoso vale, siempre cagandola- dice uno.

-Coño ¿Pero no pillaste lo que tenía la avena, menor?- interroga un segundo.

-¿Qué tenía? No me di cuenta-

-¡Esa mierda tenia gusanos! Yo la bote afuera del comedor- responde el segundo.

-Por ahí una vez leí que los gusanos tiene proteínas. Yo igual me la comí. Esta hambre que nos pone a pasar no juega- agrega González, mejor conocido como “Euyin”.

-¡Mira curso! La están sacando- dice uno de  mis compañeros al que todos bautizaron como “Tasmania” dado su enorme parecido al personaje animado. Señala a la izquierda, donde está la entrada de la cocina, de la cual vienen saliendo dos compañeros que eligieron para ser rancheros. Ambos acarrean una olla de enormes dimensiones para lavarla, todos sabíamos que esa era la olla donde habían cocinado la engusanada avena.

Todos salimos a la carrera en dirección de la anhelada olla, hasta el que menciono lo de los gusanos. El hambre que sentíamos será más efectiva que el mejor de los lavaplatos.

Noto con regocijo que voy a la cabeza del séquito de raspadores de ollas “Ama de casa ¿No consigue remover los restos de avena de sus ollas? No desespere, el grupo de acción y limpieza del ejército está listo para acudir en su ayuda. Llame ya a los números que aparecen en pantalla. Recuerde el nombre: Grupo de acción y limpieza del ejército. El hambre es su uniforme y su fusil, sus cucharas” -Dentro de un rato empezaremos a estar desbordados por las llamadas- Pienso divertido mientras echó una rápida mirada hacia atrás para calcular la distancia que me separa del grupo.

El terror me invade. Todos mis compañeros están empapados de sangre de pies a cabeza. Todos sin distinción tienen horribles heridas, algunos tienen enormes boquetes en el abdomen y el pecho, donde se pueden apreciar con total nitidez pulmones e intestinos destrozados.

A mi derecha se acerca corriendo pichón de gorila, quien tiene medio brazo amputado, detrás de el viene arrastrándose mama Ota, ya que tiene las piernas aplastadas a la altura de las rodillas. Uno de sus pies se encuentra unido aun a las piernas, por un fino hilo de carne.

En menos de lo que dura un suspiro, alguien me embistió por el frente y me derribo. Al ver la cara de mi agresor, veo que es el tipo de la panadería, el que tenía media cara destrozada. Su cara esboza una espantosa sonrisa ampliada grotescamente al faltarle gran parte de la mejilla derecha.

-¿Cual panadería? ¿Quién es este tipo? ¿Qué le paso a todo el mundo?-

-Todooooos- pronuncio el tipo sin dejar de sonreír, acto seguido me mordió en el brazo derecho, arrancándome en el proceso un generoso pedazo de carne. El dolor que me recorre toda la extremidad es indecible. La rabia y el dolor se empiezan a cocinar en la olla de presión de mi mente. Intente darle un puñetazo con la mano izquierda, pero note con impotencia que no podía moverlo, es como si estuviera atado a una cadena invisible. También tenía las piernas totalmente inmovilizadas.

-¡No lo mates! ¡No lo mates!- oí que una voz lejana gritaba, parece extraño pera la voz se me hacia familiar.

A todas estas mi agresor, escupió el pedazo de carne que me había arrancado del brazo y volvió a sonreír complacido y volvió a morderme esta vez en el cuello. Intente gritar pero contemple con horror que ningún sonido salía de mi boca.

-Noooooooo- grite al fin todas mis fuerzas.

Abrí los ojos y para mi sorpresa, me encontré con el cañón de un arma apuntándome.

Ya no me encontraba frente al rancho, Estaba bajo techo acostado en una cama. Mire de nuevo el arma que me apuntaba y mi primer impulso fue apartarla de mi cara con un manotazo, pero note que tenía las manos y las piernas amarradas a la cama donde me encontraba acostado.

-Estaba soñando- Concluí.

-Di algo o te mueres- me soltó la persona que me apuntaba con el revólver. Un calibre 38 por lo que pude ver.

-Dale pues, di algo o te vuelo el coco- me dijo el hombre. Estudie rápidamente todos sus rasgos. Era un hombre de unos veinte y tantos, moreno, con un corte de cabello estilo Mohicano, llevaba una chaqueta azul y pantalón de Blue Jeans negros, con pequeñas manchas rojas. Supuse que era sangre.

-¿Quien coño eres tú?- le pregunte con desprecio.

-Déjalo Enrique, no ves que está vivo, no es uno de ellos- El señor Osvaldo apareció al lado de él. El interpelado miro a Osvaldo y luego me miro a mí de nuevo y sin mediar palabra, se enfundo el revólver al pantalón por la espalda, se dio media vuelta y salió de la habitación.
Seguí con la mirada a Enrique hasta que salía de la habitación, solo para cruzar la mirada con la mujer más bella, que había tenido la oportunidad de ver en mis más de dos décadas y medias de vida. Su cabello era negro como la noche, lo llevaba sujeto con una cola. Sus ojos eran de un color verde cristalino hipnotizador, similares a piedras preciosas. Por otra parte, su piel, tan blanca, casi rozando la palidez, le daba un aire angelical junto con un rostro simétrico, perfecto. En general, su cuerpo estaba bien proporcionado -Y los declaro marido y mujer, tienen permitido vivir felices para siempre-

-Edward ¡Edward!-

Osvaldo rompió el embrujo en el que me hallaba sumido.

-Dígame señor Osvaldo- respondí.

Vi que estaba cortando mis ataduras con una navaja. Me estaba contando cómo fue que llegamos aquí, pero mi atención estaba centrada en los vendajes que tenía en el brazo derecho, y la herida que tenia bajo ellos.

-¡No me suelte!- grite asustado –No me suelte, estoy infectado, me mordieron en el brazo, váyanse todos, déjenme aquí-

-Tranquilo hijo, no tienes porque preocuparte-

-¿Cómo que no? ¿No vio lo que le paso a Alberto? ¿No vio lo que le paso a Isabel? ¿O es que acaso se le olvido que me mordieron allá afuera?- replique con la respiración acelerada.

-Pero es que no te mordieron, bueno, te mordieron pero a la vez no-

-¿Qué quiere decir?- pregunte confundido.

-Hijo, el zombi que te mordió era un anciano, un pobre viejo que no tenia dientes. El vendaje que tienes puesto es de un raspón, no de una mordida-

Inhale profundamente, dejando que el oxigeno invadiera lentamente mis pulmones sanos, tan sanos como pueden estarlo los de un fumador asiduo como yo. La frase que dice: Tienes una nueva oportunidad, encajaba a la perfección con el alivio que sentía.

Una vez libre de todas mis ataduras me levante, pero caí sentado en la cama de nuevo. La chica que había olvidado, se acerco cautelosamente hacia mí.

-¿Está bien señor?- me pregunto con un matiz de timidez en su voz.

-Sí, me siento algo débil, pero estoy bien- respondí.

-Pues como no vas a estar débil hijo, no has comido nada desde ayer en la noche ¿O me equivoco?-

-Tiene razón señor Osvaldo- admití.

-Bien ¿Qué te parece si te invito a comer un arroz chino y un Chop Suey?

-Jejeje, ni que estuviéramos en un restaurant chino- respondí mientras mis labios formaban una discreta sonrisa.

-Estamos en un restaurant chino, hijo- admitió el señor Osvaldo.

-¿En serio?-

-Es verdad Edward ¿Así te llamas? ¿Verdad?- me interrogo la chica.

Dude por un instante si seguir con esta farsa de no dar mi verdadero nombre y el hacerme pasar por un oficial del ejército. Podía simplemente quitarme la máscara y así evitar, que todos depositaran en mí sus esperanzas.

-Sí, ese es mi nombre ¿Y el tuyo?- Veremos hasta donde me lleva este camino.

-Un placer Edward- me tendió la mano -Me llamo Erika-

Estreche delicadamente su mano y le dedique una sonrisa.

-Bueno hijo, vamos a bajar para presentarte a los demás, déjame ayudarte a caminar- agrego el señor Osvaldo.

-¿Hay más gente aquí?- pregunte algo inquieto mientras me intentaba poner de pie.

-Si hay varias personas más, y también esta… Mejor que lo veas por ti mismo- respondió el señor Osvaldo con un tono de voz extraño.

Salimos de la habitación que estaba dentro de un depósito de comida mal iluminado. Seguramente era la despensa del restaurant. A mano izquierda había bastantes bultos de arroz, pasta corta y larga, también había algunas pacas de harina de trigo. En una de las esquinas había apiladas una ingente cantidad de cajas de cerveza, “Polar Ice” “Zulia” y “Solera Light”.

-No me caería mal un par de esas bien frías- pensé.

En la parte izquierda había una cava industrial con la puerta abierta, del interior salía una tenue neblina producto de la refrigeración.

Esa neblina me hizo recordar él porque estoy aquí. Me hizo recordar que allá afuera hay gente que debería estar muerta, sin embargo andan de pie buscándonos. Buscando comida. También esta ese tipo, el de la panadería, el que también apareció en mis sueños. El que habla.

“Todos” Eso fue lo que pude leer claramente de sus labios, cuando me señalo en la panadería ¿Qué habrá querido decir con eso? Me pregunto si será el único capaz de hablar y aun peor, capaz de pensar. Y si eso es así ¿Habrá otros con distintas capacidades? De ser así, las cosas se podrían poner peor de lo que están. Se convertirían en un verdadero infierno. Quizás el infierno se canso de hacer como que no existía y ayer apareció en escena, convirtiendo quien sabe cuántas personas, en monstruos. En zombis.

Por fin encontramos un tramo de escaleras bastante ancho. Mis músculos se tensaron al oír el coro de esos malditos gemidos mientras descendíamos. Cada uno tan distinto del otro, como huellas digitales.

El señor Osvaldo noto mi nerviosismo, ya que me apoyaba de él para poder caminar.

-No te preocupes hijo, aquí estamos seguros- dijo en tono tranquilizador, aunque la expresión de su cara y la de Erika decían otra cosa.

Llegamos al final de las escaleras. A mano derecha se encontraba la entrada al restaurant. Una solida puerta de metal nos mantenía a salvo, a pesar de los insistente golpes y arañazos que esas cosas le propinaban. Note que un hacha de mano, una pala, un pico y varias escobas, reposaban al lado de la puerta, cubiertas de sangre. No hacía falta ser un Sherlock Holmes, para deducir de donde había salido tanta sangre.

Recorrí con un rápido vistazo todo el lugar. Después de la puerta estaba la barra del restaurant, donde se hallaba un hombre de mediana edad, no más de cuarenta años le calcule, tomando una cerveza totalmente relajado, ajeno al ruido. Como si no fuera consciente que tras los escasos centímetros de metal de la puerta, había una horda de esas cosas, más que dispuestos a devorarlo vivo. Al fondo, a mano izquierda, se encontraban los baños y la cocina, seguido de no más de una docena de mesas todas distribuidas uniformemente. Todas en su totalidad, estaban ocupadas por dos o más personas.

De pie, recostado contra la pared, se encontraba Enrique lanzándome una mirada desafiante. Tome nota mental sobre su actitud, y sobre los futuros problemas que podría causar. Sobre todo al ser, hasta los momentos, la única persona armada en el lugar. La persona de la que hablaba el señor Osvaldo se encontraba de pie hablando con una de las personas que estaba sentada. Llevaba zapatos de tacón alto, de un rojo intenso. Sus largas y esbeltas piernas estaban cubiertas por unas medias pantis negra, con un diseño de telaraña, lucía una minifalda negra y una blusa de igual color que dejaba entrever unos pechos de generosas proporciones, que se complementaban con un color de piel moreno, casi canela. Al hombro llevaba una enorme cartera roja. Para finalizar, su pelo era de color castaño, totalmente liso y le llegaba a mitad de la espalda.

Estaba claro que por donde pasara, llamaría la atención instantáneamente. Hombres y mujeres por igual, levantarían la mirada para mirar ese cuerpo escultural. Pero al fijarse en su cara, llegarían los comentarios. Y las burlas. Pues ese cuerpo femenino y despampanante que cualquier fotógrafo de “Playboy” estaría complacido por fotografiar, no pertenecía a una mujer.


En pocas palabras, era un hombre.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Capitulo 14 Nueva Raza Inmortal

Hinmaru encabezaba la marcha, seguido de Carol y por ultimo Michael. Llevaban horas caminando por un fétido túnel que estaba conectado a la tanquilla de electricidad que habían escogido como escondite.

Recorriendo la oscuridad del pasaje subterráneo, los acompañaban algunos insectos rastreros atraídos por la inmundicia que expele diariamente la ciudad y una que otra rata. Pero en opinión de Hinmaru lo peor no era caminar con el agua hasta los tobillos, o estar rodeado de tan peculiar fauna, ni siquiera se podría quejar por la penetrante oscuridad que le impedía ver más allá de unos escasos metros, o el intenso olor a orine y heces estancadas, quien sabe por cuánto tiempo. Lo que de verdad él consideraba lo peor de todo, era la ausencia de una salida. El túnel parecía no tener fin, y por ninguna parte veía signos de luz solar filtrándose por los agujeros de alguna tapa de alcantarilla, solo un interminable camino en penumbras.

Había notado que en algunos puntos el túnel descendía y en otros se volvía mas empinado, también había percibido que en algunas partes el túnel describía una curva hacia la izquierda, poniendo una mano sobre la pared, pero rápidamente desistió de tantearlas, ya que se ensucio la mano con una especie de barro maloliente.

En todo el trayecto nadie tuvo el valor de hablar, ya que temían que al abrir la boca, una panda de caníbales asesinos emergiera de la oscuridad para echárseles encima, y destrozarlos a dentelladas.

Finalmente se encontraron con el túnel se dividía en dos caminos distintos.

-¿Ahora por donde?-pregunto Carol a nadie en particular casi en un susurro.

Michael se adelanto y examino los dos caminos.

-Vamos por aquí- indico  señalando el camino de la izquierda –Aquí se siente una corriente de aire-

Siguieron caminando por un par de minutos por el camino elegido y el trió noto que el agua estaba bajando de nivel y el camino descendía gradualmente.

Después de recorrer unas decenas de metros, notaron un punto de luz a lo lejos.

-¡Por fin una salida!- Pensó Hinmaru, mientras asía con fuerza la mano de Carol.

Continuaron avanzando hasta que la luz del mediodía y el rugir de un rio los recibía. El grupo entrecerró los ojos y usaron las manos para protegerse los ojos ante la repentina claridad.

-¿Dónde estamos?- pregunto Hinmaru.

-Este debe ser el rio Guaire-  comento Michael.
Habían salido por uno de los innumerables desagües de Caracas, pero no sabían por cual. El rio tenía un tono verde pálido, por los desperdicios y aguas negras que había acogido de la ciudad durante décadas. El rio estaba canalizado en varias secciones, para acogerlo en sus distintos niveles que dependía de la temporada. En este momento se encontraba en el nivel medio.

Alrededor de quinientos  metros a la izquierda, había un camión y varios autos que se habían salido de la autopista y habían caído al rio, formando un improvisado dique que desviaba la corriente a ambos lados.

Michael pensó nervioso si los ocupantes del accidente estuvieron muertos o más graves aun, que estuvieran no muertos y estuvieran luchando por salir.

-Miren allá, debajo de la autopista- señalo Carol hacia la derecha. Debajo de uno de los pilares, que sostenía la autopista que pasaba por encima de sus cabezas, había una especie de refugio. Quizás era uno de esas construcciones hechas por algún indigente.

-Vamos a ver si hay alguien- agrego Michael.

-¿Y si hay una de esas cosas que nos persiguió anoche?-  en la voz de Carol se notaba el temor que sentía, ante la perspectiva de encontrarse nuevamente con uno de esos seres. En su mente estaban latentes los espeluznantes recuerdos, de la noche anterior en el centro comercial.

-No nos queda otra opción Carol, tenemos que encontrar algún sitio donde escondernos, hasta que las cosas se calmen- Hinmaru estaba convencido de que la situación, se solucionaría. Solo era cuestión de tiempo para que las autoridades tomaran cartas en el asunto ¿Verdad?

Todos se pusieron en camino. Miraban a todos lados, atentos a cualquier señal de movimiento, aunque no había señales de vida por ninguna parte. No se escuchaba ningún sonido aparte del rio, nada de autos o motos circulando o personas hablando, ni siquiera el trinar de un pájaro. Parecía como si la ciudad entera estuviera conteniendo el aliento.

Finalmente llegaron a su destino. Varias bolsas negras de basura y algunos trozos de cartón ocultaban el interior. Michael e Hinmaru se adelantaron y descorrieron las bolsas para mirar en el interior, ambos asieron con fuerza la llave de tuercas y la llave de cruz, como si de una moderna maza y lanza se trataran.

El interior estaba desierto. Del lado derecho se encontraba un enorme trozo de goma espuma, que quizá hacia las veces de cama, a mano izquierda sobre cuatro bloques de cemento había una tabla, sobre la cual había una cocina eléctrica de una sola hornilla, sobre esta había una olla, llena de agua hirviendo, en el techo había un bombillo fluorescente de forma espiral, de los llamados ahorradores. El cable que alimentaba a él bombillo, estaba amarrado a un trozo de alambre que estaba sujeto a una gruesa cabilla, que sobresalía de la estructura de la autopista. Para finalizar al fondo había otra cortina hecha de bolsas de basura.

Hinmaru y Michael tensaron los músculos, cuando vieron salir del fondo a una persona.
-¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí- pregunto un indigente en tono malhumorado.

Ambos respiraron aliviados al ver que se trataba de otro ser humano.

-Disculpe por entrar así en su err… casa, pero espero que nos pueda ayudar- se adelanto Hinmaru a contestar.

-Hinma ¿Está todo bien ahí?- pregunto Carol cautelosa.

-Sí, todo está bien, pasa- respondió Hinmaru.

-¿Y en que se supone que les pueda ayudar un mendigo como yo? Pregunto el indigente que se mostraba receloso.

-Bueno, vera, es una historia bastante larga y difícil de creer- dijo Michael.

Entre los tres pasaron casi media hora, contándole al indigente sus respectivas historias. Cuando alguno de ellos hacia una pausa al rememorar las partes más crudas de sus recuerdos, enseguida el otro retomaba la historia.

-Esperamos que nos pueda hacer el favor de dejarnos quedar aquí, hasta que todo este rollo se solucione- puntualizo Hinmaru.

- Bien jóvenes, podría preguntarles que clase drogas están usando, ya que su historia es bastante fantasiosa y difícil de creer- contesto el indigente -Pero por la expresión de sus caras, parecen sinceros, además durante gran parte de la noche, yo también escuche el gran alboroto del que hablan, disparos, gritos, choques de transito y paren de contar. Así que si, pueden quedarse tanto como gusten, aunque no tengo mucho que ofrecerles.

-Muchas gracias señor- dijo Carol visiblemente aliviada de encontrarse en un lugar relativamente seguro -No sabe lo feas que están las cosas- agrego.

-A todas estas ¿Como se llama usted?- pregunto Michael al indigente mientras este sacaba, de unos de los huecos de los bloques de cemento, un sobre con algo de café, una bolsa transparente con un poquito de azúcar, y un colador de café bastante negro, por el uso continuo.

-Miguel, Miguel Ángel López, así me llamaban hace mucho tiempo- respondió el indigente mientras preparaba el café.

-¿Y cómo es que llego a vivir aquí? Claro si no le molesta que le pregunte- pregunto Hinmaru.

-No, por supuesto que no me molesta, pero es una historia bastante larga y no quiero aburrirlos con ella- respondió Miguel mientras les ofrecía a cada uno un vaso de plástico anaranjado repleto de café humeante “Ron Gran Reserva” decían los vasos.

Todos recibieron los vasos, algo reacios a darles un trago.

-No se preocupen, es agua potable, no la saque del rio- indico Miguel, al tiempo que les ofrecía unos cuñetes de pintura para que se sentaran.

El café a pesar de faltarle un poco más de azúcar, tenía buen sabor y les ayudo a relajarse un poco.

-Nos gustaría que nos hablara más sobre usted señor miguel, así que adelante cuéntenos su historia- agrego Carol, el café había calmado un poco sus nervios.

-Bien, sin insisten. No  toda la vida he sido un pordiosero- comenzó Miguel -Hace mucho tiempo, cuando vivía en Maracay, tenía un buen trabajo, una esposa y un hijo. Yo trabaja para una agencia de publicidad y mi esposa era contadora. Vivíamos acomodados a pesar de nuestros humildes comienzos. Recuerdo que cuando ella salió embarazada le asegure que a nuestro hijo no le faltaría nada, no quería que mi hijo pasara por todo lo que yo pase para llegar hasta donde estaba. Así que incremente mi ritmo de trabajo, pasaba largos periodos fuera de mi casa viajando, buscando nuevos clientes, cerrando contratos y mil cosas más-

Miguel dio un largo trago a su vaso y prosiguió -Me sentí el hombre más feliz del mundo, cuando recibí la noticia de que mi esposa había dado a luz un precioso niño. Lamentablemente no pude estar en el parto, ya que me encontraba en un aeropuerto en el estado Zulia. Si en ese momento hubiera parado, si en ese momento me hubiera detenido, quizás hoy estuvieran conmigo.

Miguel se quedo callado por un momento, quizás no fuera el único al que le afectara sus recuerdos.

-No es necesario que siga señor miguel- agrego Michael -Puede dejarlo hasta...-

-Estoy bien- le interrumpió miguel –Lo cierto es que continúe esforzándome para el darle el mejor futuro posible a mi esposa y mi hijo. Los días de ausencia se convirtieron en semanas, las semanas se convirtieron en meses. Así continúe durante unos cuantos años “este será el último” me decía mi mismo “después de este contrato agarrare vacaciones” pero siempre había un nuevo contrato que firmar o un cliente al que atender-

De un solo trago, miguel apuro todo el contenido de su vaso, luego prosiguió -Finalmente llego el día en que mi esposa decidió que había aguantado suficiente. Me pidió el divorcio. Había descuidado por demasiado tiempo a mi familia y me había obsesionado con el trabajo. Intente convencerla de que reconsiderara su decisión, pero ella alego que me lo había pedido demasiadas veces. Me había suplicado por mucho tiempo que hiciera una pausa, que me tomara un tiempo para compartir con ella y mi hijo, pero yo siempre salía con el mismo argumento “quiero darle a mi hijo y a ti el futuro que se merecen”-

-Me enfoque en lo material olvidando en el camino, ser un esposo y un padre- reconoció Miguel -El divorcio se consumo y mi esposa se fue del apartamento con mi hijo. Recuerdo el día que volví de viaje. Me quede inmóvil delante la puerta del apartamento, durante varios minutos. No tuve el valor para entrar. Eran demasiados recuerdos, demasiadas vivencias, demasiadas cosas que habían sucedido en ese apartamento. Sabía que al entrar, cada mueble, cada cuadro, cada adorno, indudablemente me recordarían a ella y a mi hijo. Me sentía como un extraño invadiendo un hogar ajeno-

-Decidí que no tenía el valor para entrar, y ahí cometí el primer error, no afrontar mis problemas. Salí del edificio y me dirigí a la tasca más cercana y ahí cometí mi segundo error, olvidarme de mis problemas, ahogándolos en el alcohol, por ultimo cometí mi tercer y último error, echarme al abandono. No volví a mi casa, decidí caminar sin rumbo fijo. Una noche mientras dormía en las escaleras de una tienda de zapatos me robaron lo poco que tenía en mi cartera y mi celular que para ese entonces estaba descargado. Recuerdo que tenía un buen número de llamadas perdidas y mensajes de texto que no revise- agrego un abatido miguel.

El estadio estaba repleto de gente. Era el primer partido de la temporada. Navegantes del Magallanes contra los Leones del Caracas “Los eternos rivales” era como lo denominaban los comentaristas, del partido.

-¿Donde se habrá metido?- pensó Carol, mientras buscaba entre la gente a Hinmaru. Mientras buscaba la fila donde se suponía que se encontrarían. De improviso, todo el público asistente se levanto enfebrecido -Joooooonrón maltin polar, los Navegantes del Magallanes se ponen arriba cuatro carreras por cero, señores- oyó que decían por los altavoces repartidos por todo el estadio.

-¡Eeeehhh! ¡Magallanes! ¡¡¡Uh!!!-  El público coreaba al unisonó a su equipo para darle animo, Carol observo con desaprobación cuando varios fanáticos del equipo de Los Leones Del Caracas, discutían acaloradamente entre ellos. Carol no entendía porque las personas se obsesionaban tanto con un partido, que había casos en los que no les bastaba con discutir, sino que se agredían físicamente.

Carol se detuvo de pronto, una idea la asalto de súbito.

-¡Pero si ni a Hinma ni a mí nos gusta el beisbol! ¿Entonces qué hacemos aquí?- Reflexiono confundida. Había algo que no cuadraba, había algo que estaba fuera de lugar.

Mientras intentaba descifrar que hacían en el estadio universitario, algo en el cielo capto su atención. Había decenas de zamuros planeando en círculos alrededor del estadio.

-Debe de haber algo muerto por ahí- pensó. Bajo la mirada.

Cientos de personas posaron sus ojos muertos en ella. Cientos de personas con distintos tipos de lesiones, en algunos casos grotescos, posaron sus ojos. Esas mismas cientos de personas, empezaron a arder en llamas. Entre la multitud noto a una persona con la piel totalmente chamuscada, un trozo de tubo de escape sobresalía de su pecho y de sus vacías cuencas oculares manaba un liquido amarillento de aspecto nauseabundo. Por alguna extraña razón, aquella persona se le hacía familiar, pero  antes de que su mente tuviera tiempo de encender los interruptores que activaban el pánico, alguien la agarro por los hombros y la hizo voltear.

Se encontró frente a frente con un hombre que esbozaba una feroz sonrisa, acentuada por la horrible herida que lucía en la mejilla derecha, o mejor dicho en la inexistente mejilla derecha, ya que parecía haber sido arracada de un mordisco y había dejada al descubierto parte de los dientes y encías. Rápidamente la agarro por ambas muñecas y las apretó con fuerza.

A pesar de que lo quedaba de sus labios no se movieron en ningún momento, la persona que la agarraba le hablo.

-No hay vida sin muerte, ni muerte sin vida- pronuncio lentamente con una voz áspera y espeluznante.

Cientos, no ¡Miles de imágenes se desplegaban antes sus ojos! Era como  si se encontraran frente a miles de pantallas, y en cada una se mostrara una parte de la ciudad, solo que tales pantallas no existían, ya que las veía a través de sus ojos. Las imágenes se sucedían con rapidez, vio el interior de la estación del metro de Bellas Artes, donde habían colisionado dos trenes y los zombis se destrozaban la piel atrapados entre las inmensas moles de metal retorcido. Mientras que otros vagaban por los oscuros túneles.

Presto atención a otras imágenes, esta vez desde distintos puntos fuera del fuerte Tiuna. Se encontraba rodeado por una buena cantidad de zombis, pero hasta el momento no había logrado entrar ya que había bastantes soldados disparando desde las garitas de vigilancia, y tras los muros de un metro y medio de concreto de altura que estaba coronado con una solida reja de resistente metal, que llegaba casi a los cuatro metros de altura.

Varias de las imágenes que se encontraban más cerca de la barrera que mantenía a salvo el fuerte Tiuna, se apagaron de improviso. En ese momento Carol fue consciente de que todas las imágenes que estaba viendo, llegaban directamente de los zombis, y cada una de las que se apagaban, era porque recibían un disparo en la cabeza.

Otra de las imágenes que llamo su atención fue la de un grupo de personas, que llevaban a alguien inconsciente casi a rastras por la avenida Baralt. Podía ver a las tres personas más el que estaba inconsciente, desde distintos ángulos ya que los zombis poco a poco los estaban rodeando.

Las imágenes desaparecieron de igual manera como habían aparecido y fueron reemplazadas por la cara de la persona que le había hablado. Su rostro deformado se encontraba a escasos centímetros de la cara de Carol.

-Todos son esclavos, esclavos de la muerte- agrego el hombre sin que sus labios se movieran.

El hombre al igual que sus congéneres empezó a ser pasto de las llamas. Carol lucho desesperada por zafarse del agarre del hombre, que se estaba consumiendo sin emitir ni un quejido. Carol lo miro aterrada, el hombre le devolvió la mirada, sus ojos muertos se clavaron en los de ella, mientras su cara desfigurada se mantenía impasible al tiempo que se incineraba.

Carol grito, por el dolor que sentía en torno  a las muñecas, que más que por el fuego, dolían por la presión que el hombre ejercía en ellas.

-¡Despierta!- le grito Hinmaru.

Carol se levanto sobresaltada y miro a todos lados desorientada. Le costó varios segundos recordar donde se encontraba. Hinmaru se acerco a ella y la abrazo para reconfortarla.

-Fue solo un pesadilla Carol- le dijo Hinmaru -Te quedaste dormida al lado mío mientras el señor Miguel hablaba.

Carol correspondió al abrazo de Hinmaru y agrego -Fue horrible… Extraño, pero a la vez se sintió tan real-

-¿Qué fue lo que soñaste?- le pregunto Michael.

-Soñé que estábamos en el estadio universitario, había… Estaba lleno de gente, Y Después todos se convirtieron en zombis, todos estaban muertos, y después apareció uno de ellos, bueno, no sé si era uno de ellos, porque estaba hablaba, después empezaba a ver… era como, podía a ver a través de los ojos de todas esas cosas, vi varia partes de Caracas, Fuerte Tiuna, el Fuerte estaba rodeado de zombis, pero habían soldados, bastantes soldados matándolos y después… Ese tipo me dijo que todos éramos esclavos de la muerte-

Carol no pudo continuar. Se limito a esconder la cara en el pecho de Hinmaru. Había visto demasiado cosas horribles.

-¡Muchacha! ¡Por dios! ¿Qué te paso en los brazos?- le pregunto asombrado Miguel, señalándole los brazos.

Carol se miro horrorizadas los brazos. Debajo de las muñecas tenía cuatro marcas sumamente moradas, marcas de dedos.

-¡No puede ser!- exclamo.



miércoles, 31 de julio de 2013

Capitulo 13 No me hables de amor

 

 

 

Decidi poner este video, porque estoy convencido de que se complementa con la lectura del siguiente capitulo.Deberian ponerlo cuando vayan por la mitad del capitulo. Asi que denle click al video, esperen a que se cargue, luego denle a play y comienzen a leer. Bien, sin mas preambulos los dejo con el capitulo 13:

Pedro no podia creer la suerte que tenia. Despues de la sesion de purificación que habia tenido con Yolanda, ahora tenia la oportunidad de repetir la religiosa experiencia.

Era como si las cosas hubieran sido predestinadas, como si todos los acontecimientos se hubieran acomodado a su conveniencia. Como si su destino fuera un gran rompecabezas manejado por un benigno dios, que encajaba las piezas para que el pudiera darle la mayor cantidad de gloria posible

Recordo como despues de terminar su trabajo, lavo toda la sangre de su cuerpo con los restos de hielo y agua que habia en las bolsas de basura, recordo con suma claridad como se vistio con calma al lado del cuerpo destrozado, donde habia obrado su trabajo.

Luego espero pacientemente a que llegara alguien y lo descubriera. No tenia miedo a las autoridades o a la carcel, ya que era un anciano que llevaba tiempo conviviendo con un cancer en etapa terminal. Su futura condena duraria poco, tal vez un par de años. Pero nadie llego. Despues de algunas horas de paciente espera, decidio acomodarse como mejor pudo entre la basura y durmio un poco.

El tiempo paso y nadie hizo acto de presencia; le parecio sumamente raro que nadie lo descubriera, tendria que haber pasado algun muchacho que fuera a depositar la basura, o que viniera algun trabajador del aseo urbano. Pero nadie vino. Asi que cansado de esperar salio afuera.

¡Que maravilloso vision contemplaron sus ancianos ojos! Cuerpos destrozados por doquier. Un brazo cercenado por aquí, un torso desfigurado por alla y algun amasijo de carne irreconocible a donde mirara. La emocion lo embargo y no pudo menos que enjugarse las lagrimas. ¿Quien habra sido el artifice de semejante cuadro?

Subio varios niveles por el estacionamiento y vago un buen rato conmovido por la sangre y la carniceria que observo por todos lados, lo conmovio de sobremanera y no pudo contener el llanto que atenazaba su corazon.

Se sento en el suelo y comenzo a llorar como pocas veces la habia echo en su vida. Debía de estar en el paraiso. Esto no podia ser sino el lugar que el creador habia reservado para el. Quizas habia muerto y el buen señor lo transporto al lugar, que le tenia reservado como recompensa, por todas las almas que en vida el habia liberado.

-Señor ¡Pst¡ Señor ¡Hey!- Alguien lo llamo a lo lejos.

Se incorporo y limpio las lagrimas de su rostro. No muy lejos, una pareja de jovenes lo estaba llamando desde las destrozadas puertas de una jugueteria donde se habia empotrado un auto al dar marcha atrás. En la expresion de sus caras, noto miedo. Esa sensacion tan familiar que habia visto en las caras de todas las personas que habia liberado de su  prision terrenal de carne y hueso.

Camino con paso lento hacia la pareja. Trepo por encima del auto y una vez dentro de la jugueteria, atisbo casi al fondo, un cuerpo del que solo se veian la piernas ya que el resto estaba cubierto de cajas de muñecas “Barbie”. Adentro se percibia un fuerte olor a gasolina, quizas el tanque del auto se habia roto, fruto del aparatoso choque.

-¿Usted sabe que es lo que esta pasando?- pregunto la muchacha.

Pedro se limito a menear la cabeza con gesto negativo. Ni una palabra salio de sus labios, aun estaba procesando todas las cosas que habia visto e intentaba darle un significado.

-Esto no es el paraiso, ni yo estoy muerto- reflexiono bastante confundido Pedro  -¿Pero entonces que paso anoche mientras liberaba aquella alma?-

La respuesta luchaba por evadirlo. Era como si intentara buscar en lo mas profundo de su memoria un recuerdo largo tiempo olvidado.

Luego de algunos minutos de intenso analisis, la resolucion se abrio paso por su anciana mente. En el principio parecia solo un tenue susurro que aumentaba lentamente en intensidad y entendimiento, hasta que la certeza de tener la respuesta sacudio su realidad cual terremoto de gran magnitud.

-¡Esto es el principio del juicio final!-  Concluyo pedro conmovido por la revelacion.

En todo este tiempo, Samuel no tuvo el animo de interrumpir las secretas cavilaciones de Pedro, ya que su atencion estaba centrada en cubrir el hueco de las puertas, con un gran anuncio del nuevo juguete de ”Ben 10” de esta manera, mantenia el interior oculto de las miradas de las personas que atacaron a toda la gente anoche.

-¡Pobre! Debe estar en Shock- Solto la joven que habia interrogado a Pedro -¿Qué crees que le habra pasado Samuel?-

-No tengo ni idea, pero fuera lo que fuese lo dejo muy afectado, mirale la cara- respondio en voz baja el interpelado.

-Aunque no es el unico- agrego Samuel -Todos en menor o mayor medida hemos sido afectados por toda esta locura ¡Es imposible asimilar la carniceria que vivimos anoche!-

-Solo de recordar los gritos se me erizan los vellos de la nuca- penso la joven. Aun resonaban en sus pensamientos, los gritos que pedian de manera deseperada ayuda, y los gorgoteos impronunciables que emitian esas cosas, que asesinaban sin contemplaciones a cuaquiera que les saliera al paso.

Recordo con total claridad el dia anterior ¡Que diferente habia sido! El dia habia empezado de maravilla. Salio con Samuel totalmente emocionada y estuvieron todo el dia preparando todo, las tarjetas de invitacion, el salon de fiesta, los adornos florales, la musica, las bebidas, el vestido de novia, en fin, pasaron la mayor parte del dia finiquitando todos los preparativos pàra su boda.

La joven queria que todo fuese perfecto, no queria dejar ningun detalle al azar, pues queria que todo saliera tal y como siempre lo habia soñado, casandose con el hombre que amaba.

Jamas imagino que conoceria al hombre de su vida aquella tarde, hace casi tres años mientras vagaba aburrida por una sala de chat. Desde el primer momento que le acepto un privado y comenzo a chatear con el hubo quimica, despues el le pidio que le pasara su direccion de Messenger y charlaron de manera mas directa. Recordo cuando el conecto su web cam y lo vio por primera vez.

No es que fuera ni poco agraciado ni muy simpatico, era un “termino medio” pero lo que en verdad le llamaba la atencion de el, era su forma de hablar, o en ese caso de escribir. Asi poco a poco le fue agradando cada vez mas, lo suficiente como para darle su numero telefonico.

Cuando el le hizo la primera llamada telefonica, en el transcurso de la conversacion tuvo que alternar el telefono varias veces entre el oído izquierdo y el derecho, ya que duraron horas pegados al telefono hablando de toda clase de temas. El era un buen conversador y tenia un tono de voz que le encantaba.

Su relacion se mantuvo por un par de meses, exclusivamente por mensajes y llamadas telefonicas, ya que el vivia en Caracas y ella en Valencia. A pesar de eso la pasaba muy bien hablando con el, hasta que llego un momento en que insconcientemente revisaba su celular, porque creia haberlo sentido vibrar.

-No, no habia vibrado, era mi imaginacion- pensaba ella en esos momentos, y cuando de verdad vibraba lo sacaba rapidamente de su bolsillo para con igual velocidad decepcionarse   -No es el ¿Por qué no me habra escrito?- reflexionaba.

Llego un instante en el que ella ya estaba empezando a sentir algo mas que una amistad por el. Es que tenian tantas cosas en comun, y el era tan especial con ella a pesar de que nunca habia se habian visto en persona. Pero llego el dia en el que Samuel le propuso que se conocieran en persona, en algun sitio de Valencia, le dijo que ella propusiera el lugar.

Y fue asi como se encontraron esa primera vez. Lo que paso es dia nunca lo olvidaria, fue el dia en el que el le confeso que se sentia profundamente atraido por ella, y que no dejaba de pensarla durante todo el dia.

A partir de ese dia la vida cambio para ambos, ya que nunca mas quiseron estar con nadie mas, pensar en nadie mas, ni amar a alguien mas. Solo tuvieron ojos el uno para el otro, y mente para imaginar un futuro juntos.

Pero lo que nunca se atrevio a imaginar, es que justo antes de finalizar el dia, mientras cenaban en el nivel feria del centro comercial, todo el mundo enloqueceria en cuestion de segundos y que para colmo de males, la gente degeneraria en una orgia de violencia y canibalismo como nunca se habia visto en un pais, que si bien era un pais tercemundista, pero desarrollado y civilizado a fin y a cabo.

Asi fue como un dia que comenzo cargado de sueños e ilusiones, termino con Samuel y ella atrincherados en una jugueteria, acompañados por un pobre anciano visiblemente afectado por todo lo ocurrido anoche. Quien sabe que cosas habra tenido la desgracia de observar.

-¿Acaso las cosas no harian sino empeorar? Reclamo mentalmente a nadie en particular, mientras fruncia el ceño.

A todas estas Samuel, al observar la actitud reflexiva de su pareja, decidio desviar su atencion hacia el pobre viejo que los acompañaba. Era extraño pero habia algo en el aspecto del anciano, que le inspiraba compasion, algo que le motivaba a preocuparse por el.

-Señor, disculpe ¡Señor! ¿Cómo se llama?- pregunto Samuel en voz baja y con actitud condescendiente.

Pedro volvio a la realidad al escuchar la palabras cargadas de indulgencia del joven. Su mente ya habia interpretado todas las cosas que habian pasado anoche y conlcuyo que el apocalipsis habia empezado, y el,  como elegido del creador, tenia un papel protagonico que no perderia la primera oportunidad que se le presentara para interpretar.

-Mi, mi nombre ess es, es  Pe Pedro- Respondio con voz quejumbrosa y con la mirada mas lastimera que era capaz de dedicar, Acto seguido agrego -¿Y tu hijo mio? ¿Cómo te llamas?-

-Yo me llamo Samuel- respondio el joven - y ella- agrego abrazando a su pareja y esbozando una sonrisa -es mi futura espo…-

-¿Qué es eso?- Le interrumpio pedro señalando aterrorizado al cuerpo que se encontraba en el suelo cubierto con las cajas de muñecas.

-Es uno de ellos, de los que atacan a la gente- respondio Samuel mudando su expresion de felicidad –se refugio con nosotros pero… le habian mordido en una pierna… yo tuve que..- no termino la frase., se limito a mirar en direccion al hueco de la puerta donde reposaba un bate de madera con restos de sangre en un extremo.

-Pero se esta moviendo, sigue vivo- afirmo un nervioso Pedro.

-¿En serio? Pregunto Samuel asustado-

-Si hijo, miralo de cerca- contesto Pedro -Miralo bien-

Samuel solto a la chica y se acerco dando un par de cautelosos pasos para cerciorarse si en verdad, el cuerpo se estaba moviendo.

La futura esposa de Samuel fue la primera en darse cuenta, como la cara del indefenso anciano, se deformada en una mascara cargada de sadismo y maldad.

A continuacion los acontecimientos se sucedieron tanto para ella como para el, en camara lenta. Pedro saco de su bolsillo un navaja, que por su aspecto se veia tan afilada como un bisturi, y moviendose a una velocidad impropia para alguien de su edad, se abalanzo contra Samuel y le paso la navaja por el cuello, trazando un profundo surco en la carne, cual cuchillo incandescente deslizandose por una barra de mantequilla, y seccionando la Carotida de modo irreparable.

 Samuel se llevo las manos a la fina linea rojiza de donde comenzo a aflorar la sangre. Intento parar inutilmente el flujo de sangre que escapaba de su cuerpo. Las fuerzas le empezaban a fallar y el fue consciente de que la vida pronto le abandonaria.

La chica vio profundamente aterrorizada como el amor de su vida, la razon de despertar cada mañana con una sonrisa al saber que lo encontraria a su lado, su otra mitad, le mumuro dos palabras antes de desplomarse en el suelo, las dos ultimas palabras que escucharia de aquellos labios que tantas veces habia besado y de los cuales habian salido tantas palabras, tantos planes de un futuro, y tantos sueños que jamas, a partir de ahora, se verian hechos realidad.

Por su parte Pedro, ni corto ni perezoso, se arrojo con velocidad sobre la chica y le tapo la boca con una mano y con la otra apreto la navaja, contra su cuello, con tal fuerza que una fina gota de sangre salio de un pequeño corte que le hizo intencionadamente.

-Escucha bien perra ¡¡¡QUE ME ESCUCHES!!!- grito enfurecido al ver que la chica empezaba a llorar de manera histerica -Tu y yo vamos a jugar un juego y es este, tu le vas a quitar las trenzas de los zapatos a tu novio, si no lo haces rapido te corto el pescuezo, y ni se te ocurra gritar ¿Me entendiste?-

La asustada muchacha afirmo con la cabeza, acto seguido el viejo se coloco detras de ella sin quitarle la navaja del cuello, y ambos se acercaron al cuerpo de Samuel.

Ella empezo a desatarle las trenzas de los zapatos a Samuel, Sus manos se movian de manera mecanica, ya que su mente se negaba a asimilar la muerte de Samuel. No le parecio tolerable la nueva realidad que estaba viviendo, se negaba a aceptarla, por lo que se refugio en los recuerdos de su pasado, en los recuerdos, donde el aun vivia.

Porque el no podia estar muerto ¿Verdad? No DEBIA estar muerto, el me prometio quererme para siempre, el dijo que nunca me abandonaria, que nada ni nadie nos separaria. Su corazon no se pudo haber detenido, ya que el me juro que latia solo por y para mi, el me lo dijo, que yo era todo lo que el siempre habia soñado, lo que siempre habia buscado y que ahora que me habia encontrado, nunca me dejaria ir. Nunca me abandonaria.

Tan profundas eran las cavilaciones de la chica, que no se percato cuando temino de quitarle las trenzas de ambos zapatos a Samuel, tan sumidas estaba en sus reflexiones, que ni siquiera noto, cuando Pedro le ato las manos a la espalda con las trenzas. De lo que si fue consciente, fue del fuerte golpe que Pedro le dio en la cabeza antes de caer sin sentido al suelo.

-¡¡¡Gloria a Dios!!!- grito Pedro a pleno pulmon. No cabia en si del jubilo que lo embargaba. De nuevo tenia la oportunidad de liberar a dos almas, a pesar de que una ya habia abandonado el cuerpo.

Procedio a desnudar a la chica inconsciente y estaba a punto a empezar su trabajo sobre ella, pero parecio pensarselo mejor -Esperare a que despiertes- le dio una cariñosa palmada en la mejilla y agrego -Expiaras tus pecados mejor cuando estes despierta, tu alma sera purificada mediante el dolor- dicho esto empezo se inclino en el cadaver de Samuel y empezo su trabajo.

-Tengo que purificar tu cuerpo para que tu alma pueda entrar en el reino de los cielos- le dijo al cadaver de Samuel -Y despues continuare con tu pecadora compañera para que ambos se reunan con el señor, se que me lo agradeceras-

Pasado una cantidad indeterminada de tiempo, la chica desperto y enseguida sintio un punzante dolor en su cabeza, tambien sintio frio y miedo al notar que estaba completamente desnuda, enfoco su vista al frente donde se encontraba Pedro, estaba cubierto de la sangre de Samuel. Vio con espanto como habia despedazado el cuerpo de su novio. Aunque no era consciente de que ella habia despertado ya  que se encontraba de espalda a ella y concentrado murmurando alguna especie de cantico.

Quizo llorar, lamentarse por su suerte, ya que sabia que una vez que el viejo se diera de cuenta que ella se habia despertado, dios sabe que cosas le haria. Estaba a punto de deshacerse en llanto cuando vio el bate, con el cual Samuel habia matado al hombre que se escondio con ellos, el hombre que se habia transformado por la mordida que tenia en la pierna.

Pero tenia la manos atadas a la espalda. Aun asi no se dio por vencida. Teniendo extremo cuidado de no alertar a Pedro, deslizo las manos por debajo de sus gluteos, la tarea no era nada facil y ya estaba empezando a sudar por el esfuerzo. Paso las manos atadas por debajo de sus muslos -Ya falta poco- penso. Deslizo sus manos finalmente por debajo de los pies ¡Listo! Se puso en cuclillas y agarro el bate. Al asirlo el roce del bate con el suelo, saco a Pedro de sus fervorosas oraciones.

Pedro volteo de improviso.

Ella sujeto el bate con fuerza. Pedro se levanto y empuño la navaja. Ambos se miraron fijamente a los ojos por unos segundos.

No habia vueltas atrás, uno de los dos resultaria vencedor. Pedro levanto la navaja con el fin de atacar al cuello, pero ella fue mas rapida y ataco primero, dirigiendo el bate hacia la rodilla de el, el impacto le hizo perder el equilibrio a Pedro quien cayo al suelo gimiendo de dolor.

Sin perder tiempo ella le golpeo en el brazo derecho, haciendo que con el golpe perdiera la navaja. Viendose ya indefenso una risa histerica se apodero de Pedro.

-¡Estupida perra! No me puedes matar, el señor me protege- solto Pedro sin dejar de reir.

-¡¡¡Callateeee!!!- grito ella - ¡Estas loco!-

-No sabes cuanto voy a disfrutar destrozando tu cuerpo, como hice con tu novio y para que sepas, aun despues de que te dejara inconsciente, el seguia vivo- hizo una pausa y luego agrego con tono ironico -El me miro pidiendo piedad y yo a cambio le arranque sus miserables y pecadores ojos-

La chica ya fuera de si, lanzo un alarido cargado de rabia y dirigio el siguiente golpe a la cabeza del anciano, mientras este no paraba de reir de manera casi enfermiza.

Entre golpe y golpe  Pedro dejo de acusar el dolor, y golpe tras golpe varias vivencias del pasado se abrieron camino por su mente. Recordo su infancia y los abusos sexuales de los cuales fue victima por parte de su alcoholico padrastro y del aborrecimiento que le profesaba su madre, recordo con suma claridad como su progenitora le recalcaba diariamente que el habia arruinado su vida, que el era solo un error, que nunca debio haber nacido.

Con cada golpe las escenas se intesificaban, las escenas de cuando un dia llego del colegio y consiguio a su madre ahorcada en la sala y de la brutal paliza que le propino su padre, por culparle del suicidio de su esposa. Siempre fue despreciado y marginado no solo en su hogar sino tambien por todos los sus compañeros de la escuela. Todos por igual lo consideraban como un bicho raro que nunca hablaba. El y solo el, era el blanco de todas las burlas era el “loco” el “raro” inclusive el “afeminado” el que nunca nadie quizo, el que nunca conocio el afecto de unos padres cariñosos o una palabra de afecto por parte de un amigo.

El fue siempre el marginado de la sociedad egoista donde se crio, hasta que un dia ya siendo adulto, dios le hablo mientras dormia debajo de un puente. Dios le dio un proposito, cambio su vida, y le guio por el buen camino. Logro conseguir un empleo y un lugar donde dormir. Despues de haber vivido un infierno siendo un niño y gran parte de su juventud, por fin las cosas empezaban a mejorar.

Todos estos cambios que su dios maniobro en su vida, no se limitaron a cambiar sus condiciones de vida, sino que tambien, por primera vez el amor toco a su puerta.

Sus recuerdos viajaron muchos años en su futuro, se detuvieron en aquella noche en la que por primera vez, experimentaba lo que era una relacion sexual y de cómo dios le volvio hablar en sueños.

-Te he sacado de las tinieblas en las que habitabas, te lleve por caminos de felicidad y bienestar, abri las sendas de la vida para ti y ahora te pido al igual que le pedi a mis siervos la prima parte de su abundancia, hoy vengo a ti a pedirte la prima parte de tu felicidad-

Pedro presto suma atencion a la sagrada voz del creador que habitaba en su cabeza y medito sobre que era lo mas preciado para el, no era el poco dinero que tenia, ni la humilde vivienda donde vivia, no era ni su televisor, ni su nevera, no era ninguno de sus bienes materiales nada de eso le aportaba tanta felicidad como… la mujer con la que habia hecho el amor. Con la primera mujer que le profesaba amor.

En ese momento lloro, por que supo que jamas se habia sentido tan feliz en su vida como aquella noche, lloro amargamente y en silencio por lo que le pedia el señor, pero supo cual era su deber y que era lo que debia hacer.

En ese momento supo como se debio haber sentido Cain, por haber sacrificado a su hermano, porque ¿El iba querer mas a los animales que criaba que a su propio hermano? Y asi lo hizo, ofrendo a la mujer que una vez amo. La sacrifico en un acto de inmenso amor por su creador.

Pero su dios llamado locura, demencia, o cualquier otro termino psiquiatrico, le pedia cada vez mas sacrificios, mas demostraciuones de amor. Hasta que un dia fue bautizado por su divina identidad y renacio como un angel purificador de almas. Un angel que redimiria los pecados de los hombres a traves de la sangre y el dolor.

La sociedad podria tildarlo como un hombre amable y tranquilo que resumaba bondad, que incapaz de matar una mosca. Esta era la cara que mostraba al mundo. Lo que nadie imaginaba es que detrás de esta mascara de cordialidad, se escondia la personalidad de un asesino frio y calculador. Un asesino sumamente astuto, capaz de manipular  las evidencias para fingir que su reciente pareja fue victima de un robo y posteriormente asesinada de manera brutal.

Nadia imaginaria que aquel hombre que paseaba por un parque o una plaza, aquel hombre con una cara que generaba confianza, estaba en realidad estudiando a su proxima victima. Se volvio muy habil en estos actos, podia durar semanas inclusosmmeses estudiando las rutinas y habitos de sus victimas, todo sin levantar las mas minima sospecha.

De esta manera continuo durante muchos años su macabra obra, con la firma creencia que era la voluntad de su piadoso creador.

Pero antes de que la chispa de la vida lo abandonara definitivamente, entre las tinieblas de su perturbada mente, surgio un destello de lucidez, de cordura, que lo hizo comprender el engaño en el que habia vivido toda su vida, Sus ojos se abrieron como platos,  pues no habia tal dios y el no era su elegido, mientras que su mision no era mas que el deseo oculto que abrigaba desde su traumatizada infancia. Hacer pagar a sus padres por todos los años del maltrato y sufrimiento que le provocaron. En cada victima veia insconcientemente a sus progenitores y actuaba en consecuencia.

Una vez que comprendio la gravedad de todos sus crimenes, su risa histerica se apago y sus ojos lloraron lagrimas de arrepentimiento mezcladas con su propia sangre, y asi, expiro envuelto en sentimientos de arrepentimiento y vergüenza.

Poco a poco todos sus recuerdos se fueron desvaneciendo y cada vez se veian mas lejanos, hasta que ya no quedo ninguno en su mente, solo silencio y nada mas.

La chica siguo golpeando la cabeza de Pedro hasta que no queda nada mas que una masa sanguinolenta, mezcla de piel desgarrada, huesos rotos y sesos desmenuzados. Con cada golpe que daba, gritaba loca de dolor y rabia contra el ser que le quito sus sueños, sus ilusiones y sus ganas de vivir.

Tiro el bate a un lado y se dejo caer desfallecida, por el esfuerzo que habia echo. El haber matado a la persona que le quito a el ser que amaba, no apaciguo su sed de venganza y su profunda tristeza.

Tenia los dientes apretados hasta que sus encias sangraron, pero poco le importaba, lo unico que importaba es que alguien contestara sus preguntas ¿Por qué a mi? ¿Por qué paso esto? ¿Quien es el responsable? ¿Porque nadie… porque nadie nos ayudo?

Las respuestas a todas sus interrogantes no serian contestadas.

Pasados algunos minutos, se incorporo y se vistio. En todo este tiempo evito posar su mirada en los restos destrozados de su novio o el cadaver de Pedro, en cambio, vio una navaja, la navaja del anciano difunto, la recogio y se la guardo en uno de los bolsillos de su pantalon.

A pesar de que sabia para que se habia utilizado, no dudo en guardarla. Por algun extraño motivo penso que debia guardarla. Agarro el bate y salio de la funesta jugueteria sin mirar atrás. En ella habia entrado una mujer viva llena de anhelos y esperanza y salio una mujer vacia, muerta y con los ojos nublados de lagrimas, con un profundo dolor a cuesta que tardaria un cantidad indeterminada de tiempo en menguar.

Una mujer que se habia enamorado profundamente, que habia conocido el ser que le complementaba, su otra mitad y que ahora lo habia perdido para siempre, por culpa de un loco.

Volteo y le grito al cuerpo sin vida de Pedro -¡El no te habia hecho nada! ¿Porque le hiciste… porque nos hiciste esto?-

Pedro no le contesto.

Sentia un profundo odio por aquel viejo decrepito y no le bastaba con haberla destrozado el craneo, queria hacerle mas daño, queria hacerle pagar por todo el daño que habia causado.

De repente en su mente se formo una idea. Recordo como el hombre que se escondio con ellos, fumaba de manera casi convulsiva. Corrio hacia el cadaver del hombre y se dispuso a revisar sus bolsillos, finalmente dio con lo que buscaba. Un encendedor.

La destrozada jugueteria se ilumino, con un pequeño incendio que pronto se torno voraz, consumiendo con sus llamas todas las cosas que habia a su paso. Los juguetes, las muñecas, y los cuerpos sin vida que yacian dentro de ella, en especial el cuerpo de Pedro.

El fuego no se podia comparar ni en tamaño ni intensidad con la rabia que bullia en su interior. Una rabia y al mismo tiempo un dolor, que acabo por extinguir su personalidad tranquila y afable. En su corazon se comenzaba a operar un cambio que tendria graves consecuencias, para todo aquel que osara acercarsele.

En su atormentada memoria solo habia espacio para un recuerdo, las dos ultimas palabras que el, el amor de su vida le decido por ultima vez.

-Corre… Ledis-