jueves, 27 de junio de 2013

Capitulo 12 Palabras que sangran


Alberto se pasó la mano por la cara para secarse las gruesas gotas de sudor que perlaban su frente. Los nervios lo estaban dominando. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que empecé a sentir los síntomas? ¿Quizás diez minutos? ¡Bah! Esto es estúpido; no me pasara nada, esas cosas no pasan en la vida real ¡Es absurdo!

Los pensamientos de Alberto era una vorágine de conceptos médicos y razones lógicas, que trataban de explicar el repentino malestar que estaba sintiendo. La fiebre, la vista borrosa y el dolor muscular, habían llegado sin previo aviso y con cada minuto que pasaba, se habían estado agudizando. Aunque se mantenían a un nivel tolerable, lo suficiente como para disimular y que nadie se percatara,. solo él.

-Pero Edward parece sospechar algo- pensó inquieto Alberto -Lo he pillado un par de veces espiandome con la mirada, pero cada vez que parecía descubrirlo, convenientemente entablaba conversación con alguien o fingía que estaba viendo a otra parte. El muy estúpido piensa que no me he dado cuenta-

-Te ves pálido mi vida ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?- Isabel le pregunto a Alberto con genuina preocupación.

-Tengo hambre Isa, recuerda que no hemos comido nada desde ayer al mediodía- se apresuro a contestar Alberto sin poder evitar que su respuesta transmitiera algo de la ansiedad que sentía.

-¡Es verdad!- exclamo Eliezer -Ninguno de los que estamos aquí hemos comido nada-

-Pueden agarrar cualquier cosa que quieran de la panadería, o si prefieren pueden preparar algo en la cocina- contesto Osvaldo a todos -Sírvanse a su gusto, están en confianza-

-No quiero bajar y escuchar el ruido que hacen esas cosas que están abajo intentando entrar- murmuro Freddy y pregunto a Osvaldo -¿En la cocina hay pasta y algo para acompañarla? Podríamos preparar para todos-

-Pues no sé, vamos  a ver que tiene el patrón, lo que si se es que el siempre mantuvo la cocina bien surtida, todo lo compraba por bultos- contesto Osvaldo reflexivo.

-Yo no tengo hambre- dijo Edward en tono serio.

-Voy con ustedes- añadió con altivez Isabel –Si van a cocinar algo, es mejor que lo preparen con mi sazón-

-No se moleste señora Isabel- expresó Freddy -Yo sé cocinar perfectamente, además recuerde que no es bueno condimentar mucho la comida ya que a la larga hace daño-

-Pues yo insisto- pronuncio Isabel salpicando sus palabras con tintes de insolencia -Si mi marido y yo vamos a comer algo, será lo que yo cocine- y sin esperar a que Freddy replicara paso de largo a la cocina.

Edward se limito a entrecruzar los dedos y apoyar el menton sobre los pulgares, mientras dedicada una mirada de sospecha a Alberto.

-¡Él lo sabe! El sabe que me pasa algo- especulo con angustia  mentalmente Alberto -Ya no se preocupa por disimular que sospecha de mí, no puedo soportar que me mire así-

-Isabel, voy a ir al baño un momento- dijo Alberto de manera despreocupada, no podía soportar por más tiempo que Edward lo siguiera acosando con su mirada. Se levanto del mueble reuniendo todo su autocontrol, para disimular las oleadas de dolor que aumentaron en intensidad cuando dio el primer paso.

Camino lentamente hasta el baño, cerró la puerta corrediza tras de sí. Ya fuera de la vista de todos, se llevo las manos a la cara para secarse la gruesa película de sudor que cubría toda su cara. El dolor ahora era insoportable. Ya no podría fingir que todo estaba bien.

-¿Qué me está pasando?- se pregunto Alberto –Es imposible que me haya infectado con algún virus. Con ese virus. Se necesitan un mínimo de…- sus nerviosas cavilaciones se vieron interrumpidas por un fuerte latigazo de dolor, proveniente del área abdominal. Su estomago se retorció como si tuviera vida propia. Alberto sintió como un líquido de olor nauseabundo empapo rapidamente su pantalón.

Rapidamente se desabrocho el cinturón, se bajo los pantalones y se sentó en el inodoro.

Sin poder controlar sus esfínteres, fluyo con violencia más líquido, haciendo un sonido obsceno que fue escuchado por todos los que estaban afuera.

Alberto tomo una buena cantidad de papel sanitario para limpiar lo mejor que pudo el pantalón, cuando contemplo con horror que fue lo que mancho su pantalón. Una generosa cantidad de sangre y excrementos semiliquidos en partes iguales. Entre las heces, noto numerosos grumos de sangre esparcidos en su ropa interior.

Alberto empezó a sudar a mares y un dolor agudo e inclemente se apodero de todo su cuerpo. Sintió como si cada célula de su humanidad estuviera ardiendo en llamas y a la vez estuvieran siendo atravesadas por invisibles y microscopicos cuchillos. En la mente de Alberto ya no había cabida para explicaciones lógicas o términos científicos que explicaran lo que le estába pasando -No quiero morir- pensó aterrorizado.

Sintió como algunas lágrimas resbalan lentamente por su mejilla, se llevo la mano a la cara para enjugarselas. No eran lágrimas las que había en su cara, era sangre lo que manaba de sus ojos.

 Alberto se levanto y se puso frente al espejo para contemplar cómo estaba sangrando profusamente por los ojos; mientras el dolor no menguaba ni un ápice sino que iba en un continuo crescendo

 En ese momento, la sangre empezó a fluir por todos sus orificios corporales de manera vertiginosa, como si estuviera huyendo de su cuerpo. Sintió el sabor hierroso de la sangre inundando su paladar. Alberto profirió un espantoso grito húmedo, que impregno de  líquido arterial el cristal del espejo, mientras era presa de temblores incontrolables solo interrumpidos, por sus agonicos alaridos de dolor…

En mi mente sonaron las alarmas que gritaban que la situación estaba comenzando a irse al carajo, que todo se iba a torcer de manera irreversible, que la frágil seguridad que me ofrecia la panadería en breves instantes desaparecería. Vi como todos se congregaban en torno a la puerta del baño.

-¿¿¿Alberto que te pasa mi amor??? - chillo Isabel echa un mar de llanto y abriendose paso entre Eliezer y Freddy, mientras Alberto gritaba de forma convulsiva. Al abrir la puerta, se topo con una escena peculiar. Alberto yacia en el suelo rodeado por un gran charco de sangre,  presa de temblores convulsivos. Las paredes estaban salpicadas por doquier de sangre. Un grito ahogado salio de la garganta obstruida de Alberto.

A mi mente vino el recuerdo de la cisterna y del grito del soldado mientras era devorado por los zombis. Me pareció que eso había pasado hace mil años. Pero no, eso paso ayer. ¿Y si quizas la mordida…?

Me levante velozmente y fui directo a la cocina, note la mirada de espanto que me dedico Osvaldo cuando agarre el cuchillo más grande que consegui. El de cortar carne.

-Apártense de la puerta- dije con autoridad en voz alta y firme -Señor Osvaldo busque un martillo o cualquier objeto contundente-

Osvaldo titubeo ante la orden que le di, abrió la boca para decir algo, pero al oír los gritos de Alberto pareció pensárselo mejor; y salió corriendo a uno de los cuartos.

Isabel cual fiera salvaje se interpuso en la puerta, bloqueandola de manera protectora -¿Qué es lo que piensas hacer, salvaje? ¿Vas a matar a mi marido?- pregunto con la cara enrojecida por el miedo y la rabia en partes iguales.

-Señora Isabel, eso que está ahí adentro, dentro de poco dejara de ser su marido para convertirse en una de las cosas que estan allá afuera, pujando por entrar- Dije con voz calmada, con toda la calma que podía  reunir en una circunstancia como esta.

-¿Cómo sabes que eso es lo que le va a pasar? ¿Qué te convierte en un maldito especialista en este tipo de situación?- vocifero con ira Isabel, tomo aire y luego aun con rabia murmuro mientras me señalaba con un dedo acusador –Tu lo que eres es un asesino, todos los militares son unos malditos asesinos-

-¿Soy un asesino? ¿Eso es lo que piensa de mi?- mas que preguntar afirme elevando la voz un tercio -Pues si yo soy un asesino, todos los que están paseandose por las calles son unos jodidos sicópatas, además usted no ha visto de lo que son capaces las cosas que están allá afuera. Yo vi anoche como los que están atrapados en la iglesia de la otra cuadra, devoraban las tripas de otras personas, vi como se llevaban pedazos de carne a la boca y si esos, que supuestamente iban a esa iglesia a rezar, o a misa o que se yo, fueron capaces de eso, imagine lo que hará su marido si no lo detenemos ahora que podemos-

-Tú estás loco, pero de aquí no me vas a mover maldito asesino. Tendrás que matarme primero-  sentencio Isabel haciendo caso omiso a mis advertencias.

Alberto se levanto. Tenia la boca abierta y la mirada perdida. Simulaba a la perfeccion a un retrasado mental y el hecho de llevar los pantalones abajo, le daba mas credibilidad a la descripcion.

-Mi cielo, no te muevas, te vas a hacer daño- dijo Isabel con dulzura, alargando un brazo a Alberto deja que te atienda-

Alberto poso sus ojos cubiertos por un ligera pelicula rojiza, sobre Isabel. Por un segundo parecio tratar de entender lo que le decian, como si Isabel le hablara en un lenguaje extraño y se esforzara por comprender las palabras que habia escuchado, mientras se acercaba a ella con pasos cortos y entorpecidos, por llevar el pantalon a la altura de los tobillos.

De improviso su rostro se deformo en una mueca grotesca, cargada de un odio inenarrable. Acto seguido, aferro con fuerza la mano de Isabel y le arranco de cuajo el dedo indice y el medio. Isabel lanzo un grito estridente, que rapidamente fue extinguido por las mandibulas de Alberto desgarrandole la traquea y en el proceso arrancandole generosos trozos de carne, dejando expuestos algunos musculos que rapidamente se tiñieron de carmesi.

Alberto aflojo las mandibulas e Isabel cayo boca arriba. El ser que minutos antes era un débil medico, se había convertido en una bestia sedienta de sangre.

En ese momento Osvaldo salió del cuarto con un martillo y una mandarria en las manos.

Los acontecimientos me tomaron por sorpresa. Alberto fijo su atención en mí. Empuñe el cuchillo con firmeza, dispuesto a enterrárselo en la sien izquierda. Pero en vez de acercarse de manera torpe, cambio su tactica y brinco hacia mi. El cuchillo le atravesó la mejilla izquierda y la punta salió por la mejilla derecha atravesando de largo a largo la boca.

La cosa en la que se convirtio Alberto rugio intentando masticar la hoja del cuchillo, mientras sus manos se aferraron con fuerza a mi chaleco porta cargadores. Algunos fragmentos rojizos de sus encias cayeron de su boca.

Osvaldo y Eliezer miraron sumidos en un profundo estupor, como la sangre fluia con pasmosa facilidad de las heridas de Isabel. En cambio Freddy agarro por los hombros a Alberto, intentando quitarmelo de encima. Osvaldo salio del trance hipnotico en el que lo mantenia el cadaver de Isabel y se unio a Freddy. De un tiron lo apartaron de mi y lo tiraron al suelo. Lucia una sonrisa macabra, ya que el cuhillo le rasgo las comisuras de la boca ampliandosela hasta las orejas.

-¡¡¡Eliezer!!!- grito Freddy, mientras que junto con Osvaldo forcejeaban con Alberto manteniendolo en el suelo -Agarrale la cabeza para que no se mueva-

Eliezer obedecio enseguida inmovilizando con firmeza la cabeza de Alberto -¡¡¡Rapido!!!- me urgio Freddy -Matalo de una vez-

Me sorprendieron las palabras de Freddy, pero la situacion en las que nos encontrabamos era cuestion de vida o muerte. Empuñe con decision el cuchillo, dispuesto a acabar con la no vida de Alberto pero alguien me dio un violento empujon por la espalda, y fui a caer encima de Freddy y Oslvado.

Isabel se habia levantado ¡Se habia convertido en uno de ellos!

En ese momento Alberto aprovecho para liberarse de sus captores y se levanto para arremeter contra nosotros que aun nos encontrabamos en el suelo. Con una velocidad que crei imposible en un joven de quince años, Eliezer le propino una patada en el pecho a Alberto enviandolo de nuevo al suelo, sin pararse a tomar aire, brinco y estampo la suela de su zapato en la cara de Isabel.

Un fuerte sonido de cristales rompiendose proveniente de la parte de abajo de la panaderia, nos indico a todos que la barricada que habiamos levantado en la puerta habia sido traspasada -¿Cómo pudieron pasar?- pregunte a nadie en concreto.

-Bueno, quizas es porque la santamaria no estaba cerrada- dijo en tono inocente Osvaldo.

-¿Cómo que no estaba cerrada? ¿Es que acaso no le ponen candados a la puerta cuando cierran la panaderia?- `pregunte atonito.

-Si se lo ponemos… Pero por fuera- respondio Osvaldo como si intentara disculparse.

Todos bajamos corriendo las escaleras, aprovechando los torpes intentos que hacian la pareja de no muertos para levantarse, solo para presenciar el horror que se producia en la parte de abajo.

Los zombis (ya no hay espacio para la duda, eso es lo que son) se las habian arreglado para subir la santamaria y estaban comenzado a derribar a golpes los sacos de harina de trigo que bloqueaban la entrada, la nevera que habia colocado yacia derribada a un lado, con su contenido de latas de Coca Cola y demas marcas de bebidas gaseosas desperdigadas por doquier.

-Salgamos por la puerta de atrás- nos ordeno Osvaldo, señalando al area donde se encontraba el deposito y el horno del pan.

Fue solo por un segundo, pero entre la maraña de cuerpos que pujaban por entrar, uno de los zombis me llamo la atencion; tenia una herida en una de las mejillas, al parecer se la habian arrancado de un mordisco. Este zombi en particular lucia una sonrisa macabra y en sus ojos muertos, vi un atisbo de inteligencia, de reconocimiento. No se como describirlo pero este zombi en particular,  me daba a entender que era consciente de si mismo, en parte era como ellos y a la vez muy diferente de sus semejantes.

Se que solo fue por un fugaz instante, pero note con suma claridad como este levantabada su mano, y me apuntaba directamente a mi mientras su sonrisa se ensanchaba aun mas, ademas pude leer en sus labios una unica palabra que vocalizo. No era solo una masa estupida de carne con ansias asesina, este poseia algun atisbo de inteligencia suficiente como para hablar. Pasado el segundo, desaparecio entre el mar de cuerpos que luchaban por entrar.

Di la media vuelta y segui presuroso a los demas. Mi estomago se empezo a retorcer del miedo por lo que habia visto -¿Algunos de ellos pueden pensar? Si es asi, estamos jodidos en verdad- pense angustiado.

Osvaldo luchaba con un manojo de llaves, para encontrar la que abria la puerta trasera -Por aquí es por donde recibimos la mercancia. Esta puerta da a un callejon bastante ancho que se conecta con la avenida Baralt-

-Ojala que no este llena de esos bichos al otro lado- Agrego Eliezer dando miradas nerviosas que se alternaban entre la puerta de entrada y las escaleras. En ese preciso instante, Alberto e Isabel bajaron rodando por las escaleras para unirse a los demas zombis que estaban empezando a inundar el area de la barra.

-¡Rapido! Apurate, ya cruzaron la puerta del deposito-  Freddy grito presa de los nervios urgiendo a Osvaldo que luchaba con un voluminoso manojo llaves buscando la correcta.

En todo este tiempo, yo mantenia la mirada fija en las llaves de Osvaldo, temia voltear y encontrarme con la mirada fija en mi del tipo que me señalo. No podia mirarlo de nuevo, mis nervios no lo soportarian.

Sentia los ojos del zombi que me señalo clavados en mi espalda, cuando de subito, Freddy y Eliezer me pasaron por un lado como dos bolidos para frenar el avance de los no muertos e intentar ganar algo de tiempo para que Osvaldo abriera la puerta.

-Ellos tienen tanto o mas miedo que yo, pero aun asi lo enfrentan como hombres - me avergonze de mi actitud cobarde al pensar en esto –Si he de morir hoy, lo hare como un hombre. Mirare a la cara de la muerte y la escupire antes de exhalar  mi ultimo aliento- Conclui y sin perder tiempo, me di la vuelta para ayudar a Eliezer y Freddy.

El no muerto que me habia señalado, no se veia por ninguna parte, si el recuerdo no fuera sido tan vivido, hubiera pensado que era fruto del miedo y mi imaginacion, solo que estaba cien por ciento seguro que no fue ni lo uno ni lo otro.

En todo este tiempo Eliezer y Freddy habian derribado unos cuantos zombis. Vi como Freddy le asestaba un brutal golpe a uno de los zombis en la coronilla, armado con la mandarria. El zombi cayo de largo a largo con el craneo desfigurado. Por su parte Eliezer, era tan rapido y agil como un acrobata. Me dejo con la boca abierta en la forma como acabo con un zombi que debía de exceder los dos metros de altura, agarro al zombi que tenia mas cerca y con suma rapidez evito su brazos y lo puso de espaldas luego, a la velocidad del rayo trepo encima de este y brinco sobre sus hombros para golpear con el martillo en el centro de la frente al gigante que cayo inerte al suelo; para finalizar su acto, Eliezer destrozo de dos contundentes golpes, la cabeza del zombi que habia usado como trampolin. Sus movimientos eran tan precisos y calculados como el mejor de los atletas olimpicos , y eludia a los zombis moviendose de un lado a otro como lo haria un boxeador profesional

Eliezer se seco el sudor de la frente, y me miro -Practico Parkour- agrego con una sonrisa nerviosa.

No tenia tiempo para sorprenderme si queria salir con vida de esta, asi que rapidamente me puso manos a la obra. Mi primer contricante fue nada mas y nada menos que Alberto que se habia unido a sus congeneres -esta vez no fallare- me dije a mi mismo. Alberto rugio con fuerza y yo en respuesta le clave el cuchillo en el centro de la frente. Sin pararme a ver como se desplomaba me enfrente al siguiente no muerto.

Entre los tres estabamos mermando al grupo de no muertos, cuando me fije que la entrada se esta llenando poco a poco de mas zombis, alcanze a ver mas alla de la puerta del deposito y calcule que como minimo, superaban los treinta.

-¡Coño!- exclame en voz alta -Estos son los que estaban abajo- Seguramente la horda que estaba desfilando por la avenida Urdaneta, decidio desviarse al oir el alboroto que se estaba produciendo aqui. Gire para ver como Osvaldo seguia trasteando con las llaves; el llavero se le cayo de las manos, y rapidamente se agacho para recogerlo. A menos que se de prisa vamos a tener que hacer una pequeña representacion de la batalla de las Termopilas y tengo serias dudas sobre si aguantaremos tanto tiempo como los Espartanos.

Decidi cambiar de tactica y agarre uno de los sacos de harina de trigo que quedaban en el deposito y se lo lanze a uno de los zombis, que cayo de espaldas y quedo cubierto con la harina del saco que se rompio al estrellarse contra el suelo. Eliezer y Freddy me imitaron y a su vez tambien les lanzaron el ultimo de los sacos que quedaba, a la muchedumbre no muerta que empezo a frenar su avance al verse bloqueados por los cuerpos de los blanquecinos y empanizados zombis derribados.

La provision de sacos se agoto, y opte por lanzarles las bandeja de hornear pan y cuanto objeto contundente tenia a la mano -Señor Osvaldo, no quisiera ponerlo nervioso pero…- hice una pequeña pausa para tomar aire -¡¡¡PODRIA APURARSE!!!-

-Ya casi consigo la llave hijo- Respondio el aludido con una nota de panico y terror.

Los zombis estaban peligrosamente cerca y cada vez habia mas. Lance un extintor que fue a parar en el pecho de uno de los no muertos, cuando por fin Osvaldo abrio la puerta. Eliezer, Freddy y mi persona abandonamos el campo de batalla a la carrera y salimos como alma que lleva el diablo de la panaderia.

-Salimos del sarten para ir caer en la brasas- pense cuando salimos al callejon para encontrarnos con mas no muertos -¡¡¡Podemos pasarlos!!! Estan bastantes dispersos- agregue mientras evitabamos a la carrera a los torpes zombis que nos seguian con paso tambaleante.

A pesar que el callejon era bastante ancho y los zombis sumamente lentos, la cantidad de no muertos que pululaban por el, nos hacia sumamente dificil avanzar.

En un arrebato de genialidad, vi como Eliezer agarraba uno de los container de basura, de aquellos que tienen ruedas y los usaba como un improvisado ariete. Sin perder tiempo todos nos unimos para empujar el container. Tods los zombis que se interponian en nuestro camino eran derribados y apartados a un lado.

Una vez en la avenida Baralt, vimos con horror como habia mas de esas cosas dispersas de cabo a rabo por toda la avenida. Abandonamos el container y corrimos avenida arriba tanto como nos permitian las piernas, evitando a los no muertos, que se afanan en cerrarnos el paso.

-Estan por todas partes- solte la frase casi en un susurro al ver la avenida totalmente infestada. Senti como mi cuerpo empezaba a temblar levemente a causa del miedo.

Proseguimos con nuestra huida, siempre avenida arriba, donde la concentracion de zombis parecia menor. Acto seguido tomamos una calle que se encontraba a mano izquierda, solo para percatarnos que casi al final de la calle, habia una compacta masa de zombis que nos trancaba el paso.

Intentamos desandar el camino pero era demasiado tarde, los no muertos que nos seguian desde la avenida se congregaron a todo lo largo y ancho de la calle para dejarnos atrapados.

-No hay pa’ donde agarrar, estamos jodidos- agrego Freddy para acrecentar mis temores.

-¡Es la camioneta del señor Sylvio!- grito Osvaldo corriendo en direccion a un amasijo de hierros que yacia en la acera unos cincuenta metros mas adelante.

-No podemos hacer nada por el, señor Osvaldo, tenemos que irnos- le dije frenandolo a mitad de camino y agarrandolo por los hombros. En ese momento se nos echaron encima tres no muertos salidos de la nada, senti como uno de ellos posaba una mano tan fria como la muerte sobre mi hombro. El horror se apodero de mi y me lo sacudi rapidamente de encima, encaje con violencia una patada en una de sus rodillas, que se partio del impacto y perdio el equilibrio, acto seguido le atravese el ojo derecho al segundo zombi pero el cuchillo se queda atorado en la cuenca ocular, quizas entre algun hueso. Deje que el no muerto se lo quedara.

Osvaldo le propino un empujon al tercer no muerto y reempredimos la huida, pero otro zombi se me echo encima y me hizo trastabilar, un segundo cuerpo por fin me derrido y cai al suelo.

-¡¡¡CORRAN!!!- grite aterrorizado con todas mis fuerzas mientras me debatia con los dos zombis; vi por el rabillo del ojo que otros mas se acercaban. De un manoton en la cara me quite al que tenia encima y rode a un lado para evitar al otro que luchaba por morderme una pierna. Gatee para alejarme de su mandibula pero un tercer zombi me agarro por el tobillo, voltee para ver a mi captor y contemple como de la cadera para abajo arrastraba una hilera rosacea de entrañas, aparte para colmo de males solo conserva un brazo bueno ya que el otro lo tenia completamente destrozado.

Forceje para liberarme y por fin lo consegui, antes de ponerme de pie, otra figura se me puso enfrente, y gire a la izquierda para evitarlo pero otro zombi me esperaba ansioso por clavarme lo dientes, con la fuerza que surge del miedo,  lo agarre por las piernas, lo levante por los aires y lo deje caer. No tuve tiempo de tomar aliento cuando otro zombi me salio al paso. Mi vista se tiñio de rojo fruto de la rabia y la frustracion. Cegado por la ira agarre la cabeza del no muerto que ya se las prometia felices, y estrelle mi rodila contra su cara, y en lo que dura un suspiro, tome al siguiente zombi por los testiculos y el cuello y lo arroje contra mis anteriores atacantes. A pesar de que el cansancio comenzaba a pasarme facturas, decidi ignorar los sintomas de la fatiga y empuje a un hombre sumamente delgado que cayo de manera torpe al suelo, sin esperar a que se levantara lo agarre por las piernas y dando un rapìdo giro lo solte, para ir a estrellarse contra otro gurpo que estaba peligrosamente cerca.

Tan afanado me encontraba luchando poseido por una cólera ciega, que descuide mi espalda, acto que aprovecho un no muerto para agarrarme por el cuello, con la firme intencion de llevarse un trozo de mi a su estomago, creia todo perdido cuando el zombi cayo derribado por un golpe que Freddy le propino en la sien derecha con la pesada mandarria.

Quize dedicarles unas palabras de agradecimiento a Freddy, a pesar de que me encontraba sin aliento, por haberme salvado el pellejo, pero mis palabras se vieron interrumpidas cuando un zombi que se movia a una velocidad de vertigo, me golpeo en la cintura con sus hombros al mejor estilo de jugador de Futbol Americano, en la caida note como me raspaba el brazo derecho.

Mi mente se negaba a procesar lo que me estaba pasando. Una cosa era verse envuelto en una horrible parodia de alguna de las peliculas de George Romero, con el agregado de zombis que son capaces de pensar,  aparte de que se transforman en pocos segundos y otra muy distinta es agregarle a la ecuacion, zombis maratonistas ¿Qué vendra a continuacion? ¿Zombis voladores?

Mientras tanto, mi corazon latia de manera frenetica gracias al torrente de adrenalina que fluia por cada centimetro de mi maltratada humanidad. Quizas por esa misma adrenalina, fue como, casi en camara lenta, vi que el zombi que me derribo, un anciano con la cara surcada por una maraña de venas moradas, precipitaba  su boca a mi garganta. Tuve algunas preciosas centesimas de segundo para interponer el brazo derecho entre el zombi y yo.

-¡Nooo!- gritamos Freddy y yo al unisono. Las mandibulas del zombi se cerraron en torno a mi brazo.

-Esto es todo- conclui sabiendome condenado.