Alberto se pasó la mano por la cara para secarse las gruesas
gotas de sudor que perlaban su frente. Los nervios lo estaban dominando.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que empecé a sentir los síntomas? ¿Quizás
diez minutos? ¡Bah! Esto es estúpido; no me pasara nada, esas cosas no pasan en
la vida real ¡Es absurdo!
Los pensamientos de Alberto era una vorágine de conceptos
médicos y razones lógicas, que trataban de explicar el repentino malestar que
estaba sintiendo. La fiebre, la vista borrosa y el dolor muscular, habían
llegado sin previo aviso y con cada minuto que pasaba, se habían estado
agudizando. Aunque se mantenían a un nivel tolerable, lo suficiente como para
disimular y que nadie se percatara,. solo él.
-Pero Edward parece sospechar algo- pensó inquieto Alberto
-Lo he pillado un par de veces espiandome con la mirada, pero cada vez que
parecía descubrirlo, convenientemente entablaba conversación con alguien o
fingía que estaba viendo a otra parte. El muy estúpido piensa que no me he dado
cuenta-
-Te ves pálido mi vida ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?- Isabel
le pregunto a Alberto con genuina preocupación.
-Tengo hambre Isa, recuerda que no hemos comido nada desde
ayer al mediodía- se apresuro a contestar Alberto sin poder evitar que su
respuesta transmitiera algo de la ansiedad que sentía.
-¡Es verdad!- exclamo Eliezer -Ninguno de los que estamos aquí
hemos comido nada-
-Pueden agarrar cualquier cosa que quieran de la panadería, o
si prefieren pueden preparar algo en la cocina- contesto Osvaldo a todos
-Sírvanse a su gusto, están en confianza-
-No quiero bajar y escuchar el ruido que hacen esas cosas que
están abajo intentando entrar- murmuro Freddy y pregunto a Osvaldo -¿En la
cocina hay pasta y algo para acompañarla? Podríamos preparar para todos-
-Pues no sé, vamos a
ver que tiene el patrón, lo que si se es que el siempre mantuvo la cocina bien
surtida, todo lo compraba por bultos- contesto Osvaldo reflexivo.
-Yo no tengo hambre- dijo Edward en tono serio.
-Voy con ustedes- añadió con altivez Isabel –Si van a cocinar
algo, es mejor que lo preparen con mi sazón-
-No se moleste señora Isabel- expresó Freddy -Yo sé cocinar
perfectamente, además recuerde que no es bueno condimentar mucho la comida ya
que a la larga hace daño-
-Pues yo insisto- pronuncio Isabel salpicando sus palabras
con tintes de insolencia -Si mi marido y yo vamos a comer algo, será lo que yo
cocine- y sin esperar a que Freddy replicara paso de largo a la cocina.
Edward se limito a entrecruzar los dedos y apoyar el menton
sobre los pulgares, mientras dedicada una mirada de sospecha a Alberto.
-¡Él lo sabe! El sabe que me pasa algo- especulo con angustia
mentalmente Alberto -Ya no se preocupa
por disimular que sospecha de mí, no puedo soportar que me mire así-
-Isabel, voy a ir al baño un momento- dijo Alberto de manera
despreocupada, no podía soportar por más tiempo que Edward lo siguiera acosando
con su mirada. Se levanto del mueble reuniendo todo su autocontrol, para
disimular las oleadas de dolor que aumentaron en intensidad cuando dio el
primer paso.
Camino lentamente hasta el baño, cerró la puerta corrediza
tras de sí. Ya fuera de la vista de todos, se llevo las manos a la cara para
secarse la gruesa película de sudor que cubría toda su cara. El dolor ahora era
insoportable. Ya no podría fingir que todo estaba bien.
-¿Qué me está pasando?- se pregunto Alberto –Es imposible que
me haya infectado con algún virus. Con ese virus. Se necesitan un mínimo de…- sus
nerviosas cavilaciones se vieron interrumpidas por un fuerte latigazo de dolor,
proveniente del área abdominal. Su estomago se retorció como si tuviera vida
propia. Alberto sintió como un líquido de olor nauseabundo empapo rapidamente
su pantalón.
Rapidamente se desabrocho el cinturón, se bajo los pantalones
y se sentó en el inodoro.
Sin poder controlar sus esfínteres, fluyo con violencia más
líquido, haciendo un sonido obsceno que fue escuchado por todos los que estaban
afuera.
Alberto tomo una buena cantidad de papel sanitario para
limpiar lo mejor que pudo el pantalón, cuando contemplo con horror que fue lo
que mancho su pantalón. Una generosa cantidad de sangre y excrementos
semiliquidos en partes iguales. Entre las heces, noto numerosos grumos de
sangre esparcidos en su ropa interior.
Alberto empezó a sudar a mares y un dolor agudo e inclemente
se apodero de todo su cuerpo. Sintió como si cada célula de su humanidad
estuviera ardiendo en llamas y a la vez estuvieran siendo atravesadas por
invisibles y microscopicos cuchillos. En la mente de Alberto ya no había cabida
para explicaciones lógicas o términos científicos que explicaran lo que le estába
pasando -No quiero morir- pensó aterrorizado.
Sintió como algunas lágrimas resbalan lentamente por su
mejilla, se llevo la mano a la cara para enjugarselas. No eran lágrimas las que
había en su cara, era sangre lo que manaba de sus ojos.
Alberto
se levanto y se puso frente al espejo para contemplar cómo estaba sangrando
profusamente por los ojos; mientras el dolor no menguaba ni un ápice sino que
iba en un continuo crescendo
En ese momento, la
sangre empezó a fluir por todos sus orificios corporales de manera vertiginosa,
como si estuviera huyendo de su cuerpo. Sintió el sabor hierroso de la sangre
inundando su paladar. Alberto profirió un espantoso grito húmedo, que impregno
de líquido arterial el cristal del
espejo, mientras era presa de temblores incontrolables solo interrumpidos, por
sus agonicos alaridos de dolor…
En mi mente sonaron las alarmas que gritaban que la situación
estaba comenzando a irse al carajo, que todo se iba a torcer de manera
irreversible, que la frágil seguridad que me ofrecia la panadería en breves
instantes desaparecería. Vi como todos se congregaban en torno a la puerta del
baño.
-¿¿¿Alberto que te pasa mi amor??? - chillo Isabel echa un
mar de llanto y abriendose paso entre Eliezer y Freddy, mientras Alberto
gritaba de forma convulsiva. Al abrir la puerta, se topo con una escena peculiar.
Alberto yacia en el suelo rodeado por un gran charco de sangre, presa de temblores convulsivos. Las paredes
estaban salpicadas por doquier de sangre. Un grito ahogado salio de la garganta
obstruida de Alberto.
A mi mente vino el recuerdo de la cisterna y del grito del
soldado mientras era devorado por los zombis. Me pareció que eso había pasado
hace mil años. Pero no, eso paso ayer. ¿Y si quizas la mordida…?
Me levante velozmente y fui directo a la cocina, note la
mirada de espanto que me dedico Osvaldo cuando agarre el cuchillo más grande
que consegui. El de cortar carne.
-Apártense de la puerta- dije con autoridad en voz alta y
firme -Señor Osvaldo busque un martillo o cualquier objeto contundente-
Osvaldo titubeo ante la orden que le di, abrió la boca para
decir algo, pero al oír los gritos de Alberto pareció pensárselo mejor; y salió
corriendo a uno de los cuartos.
Isabel cual fiera salvaje se interpuso en la puerta,
bloqueandola de manera protectora -¿Qué es lo que piensas hacer, salvaje? ¿Vas
a matar a mi marido?- pregunto con la cara enrojecida por el miedo y la rabia
en partes iguales.
-Señora Isabel, eso que está ahí adentro, dentro de poco
dejara de ser su marido para convertirse en una de las cosas que estan allá
afuera, pujando por entrar- Dije con voz calmada, con toda la calma que podía reunir en una circunstancia como esta.
-¿Cómo sabes que eso es lo que le va a pasar? ¿Qué te
convierte en un maldito especialista en este tipo de situación?- vocifero con
ira Isabel, tomo aire y luego aun con rabia murmuro mientras me señalaba con un
dedo acusador –Tu lo que eres es un asesino, todos los militares son unos
malditos asesinos-
-¿Soy un asesino? ¿Eso es lo que piensa de mi?- mas que
preguntar afirme elevando la voz un tercio -Pues si yo soy un asesino, todos
los que están paseandose por las calles son unos jodidos sicópatas, además
usted no ha visto de lo que son capaces las cosas que están allá afuera. Yo vi
anoche como los que están atrapados en la iglesia de la otra cuadra, devoraban
las tripas de otras personas, vi como se llevaban pedazos de carne a la boca y
si esos, que supuestamente iban a esa iglesia a rezar, o a misa o que se yo,
fueron capaces de eso, imagine lo que hará su marido si no lo detenemos ahora
que podemos-
-Tú estás loco, pero de aquí no me vas a mover maldito
asesino. Tendrás que matarme primero-
sentencio Isabel haciendo caso omiso a mis advertencias.
Alberto se levanto. Tenia la boca abierta y la mirada
perdida. Simulaba a la perfeccion a un retrasado mental y el hecho de llevar
los pantalones abajo, le daba mas credibilidad a la descripcion.
-Mi cielo, no te muevas, te vas a hacer daño- dijo Isabel con
dulzura, alargando un brazo a Alberto deja que te atienda-
Alberto poso sus ojos cubiertos por un ligera pelicula
rojiza, sobre Isabel. Por un segundo parecio tratar de entender lo que le
decian, como si Isabel le hablara en un lenguaje extraño y se esforzara por
comprender las palabras que habia escuchado, mientras se acercaba a ella con
pasos cortos y entorpecidos, por llevar el pantalon a la altura de los tobillos.
De improviso su rostro se deformo en una mueca grotesca,
cargada de un odio inenarrable. Acto seguido, aferro con fuerza la mano de
Isabel y le arranco de cuajo el dedo indice y el medio. Isabel lanzo un grito
estridente, que rapidamente fue extinguido por las mandibulas de Alberto
desgarrandole la traquea y en el proceso arrancandole generosos trozos de
carne, dejando expuestos algunos musculos que rapidamente se tiñieron de
carmesi.
Alberto aflojo las mandibulas e Isabel cayo boca arriba. El
ser que minutos antes era un débil medico, se había convertido en una bestia
sedienta de sangre.
En ese momento Osvaldo salió del cuarto con un martillo y una
mandarria en las manos.
Los acontecimientos me tomaron por sorpresa. Alberto fijo su
atención en mí. Empuñe el cuchillo con firmeza, dispuesto a enterrárselo en la
sien izquierda. Pero en vez de acercarse de manera torpe, cambio su tactica y
brinco hacia mi. El cuchillo le atravesó la mejilla izquierda y la punta salió
por la mejilla derecha atravesando de largo a largo la boca.
La cosa en la que se convirtio Alberto rugio intentando
masticar la hoja del cuchillo, mientras sus manos se aferraron con fuerza a mi
chaleco porta cargadores. Algunos fragmentos rojizos de sus encias cayeron de
su boca.
Osvaldo y Eliezer miraron sumidos en un profundo estupor,
como la sangre fluia con pasmosa facilidad de las heridas de Isabel. En cambio
Freddy agarro por los hombros a Alberto, intentando quitarmelo de encima.
Osvaldo salio del trance hipnotico en el que lo mantenia el cadaver de Isabel y
se unio a Freddy. De un tiron lo apartaron de mi y lo tiraron al suelo. Lucia
una sonrisa macabra, ya que el cuhillo le rasgo las comisuras de la boca
ampliandosela hasta las orejas.
-¡¡¡Eliezer!!!- grito Freddy, mientras que junto con Osvaldo
forcejeaban con Alberto manteniendolo en el suelo -Agarrale la cabeza para que
no se mueva-
Eliezer obedecio enseguida inmovilizando con firmeza la
cabeza de Alberto -¡¡¡Rapido!!!- me urgio Freddy -Matalo de una vez-
Me sorprendieron las palabras de Freddy, pero la situacion en
las que nos encontrabamos era cuestion de vida o muerte. Empuñe con decision el
cuchillo, dispuesto a acabar con la no vida de Alberto pero alguien me dio un
violento empujon por la espalda, y fui a caer encima de Freddy y Oslvado.
Isabel se habia levantado ¡Se habia convertido en uno de
ellos!
En ese momento Alberto aprovecho para liberarse de sus
captores y se levanto para arremeter contra nosotros que aun nos encontrabamos
en el suelo. Con una velocidad que crei imposible en un joven de quince años,
Eliezer le propino una patada en el pecho a Alberto enviandolo de nuevo al
suelo, sin pararse a tomar aire, brinco y estampo la suela de su zapato en la
cara de Isabel.
Un fuerte sonido de cristales rompiendose proveniente de la
parte de abajo de la panaderia, nos indico a todos que la barricada que
habiamos levantado en la puerta habia sido traspasada -¿Cómo pudieron pasar?-
pregunte a nadie en concreto.
-Bueno, quizas es porque la santamaria no estaba cerrada-
dijo en tono inocente Osvaldo.
-¿Cómo que no estaba cerrada? ¿Es que acaso no le ponen
candados a la puerta cuando cierran la panaderia?- `pregunte atonito.
-Si se lo ponemos… Pero por fuera- respondio Osvaldo como si
intentara disculparse.
Todos bajamos corriendo las escaleras, aprovechando los
torpes intentos que hacian la pareja de no muertos para levantarse, solo para
presenciar el horror que se producia en la parte de abajo.
Los zombis (ya no hay espacio para la duda, eso es lo que
son) se las habian arreglado para subir la santamaria y estaban comenzado a
derribar a golpes los sacos de harina de trigo que bloqueaban la entrada, la
nevera que habia colocado yacia derribada a un lado, con su contenido de latas
de Coca Cola y demas marcas de bebidas gaseosas desperdigadas por doquier.
-Salgamos por la puerta de atrás- nos ordeno Osvaldo,
señalando al area donde se encontraba el deposito y el horno del pan.
Fue solo por un segundo, pero entre la maraña de cuerpos que
pujaban por entrar, uno de los zombis me llamo la atencion; tenia una herida en
una de las mejillas, al parecer se la habian arrancado de un mordisco. Este
zombi en particular lucia una sonrisa macabra y en sus ojos muertos, vi un atisbo
de inteligencia, de reconocimiento. No se como describirlo pero este zombi en
particular, me daba a entender que era
consciente de si mismo, en parte era como ellos y a la vez muy diferente de sus
semejantes.
Se que solo fue por un fugaz instante, pero note con suma
claridad como este levantabada su mano, y me apuntaba directamente a mi
mientras su sonrisa se ensanchaba aun mas, ademas pude leer en sus labios una
unica palabra que vocalizo. No era solo una masa estupida de carne con ansias
asesina, este poseia algun atisbo de inteligencia suficiente como para hablar.
Pasado el segundo, desaparecio entre el mar de cuerpos que luchaban por entrar.
Di la media vuelta y segui presuroso a los demas. Mi estomago
se empezo a retorcer del miedo por lo que habia visto -¿Algunos de ellos pueden
pensar? Si es asi, estamos jodidos en verdad- pense angustiado.
Osvaldo luchaba con un manojo de llaves, para encontrar la
que abria la puerta trasera -Por aquí es por donde recibimos la mercancia. Esta
puerta da a un callejon bastante ancho que se conecta con la avenida Baralt-
-Ojala que no este llena de esos bichos al otro lado- Agrego
Eliezer dando miradas nerviosas que se alternaban entre la puerta de entrada y
las escaleras. En ese preciso instante, Alberto e Isabel bajaron rodando por
las escaleras para unirse a los demas zombis que estaban empezando a inundar el
area de la barra.
-¡Rapido! Apurate, ya cruzaron la puerta del deposito- Freddy grito presa de los nervios urgiendo a
Osvaldo que luchaba con un voluminoso manojo llaves buscando la correcta.
En todo este tiempo, yo mantenia la mirada fija en las llaves
de Osvaldo, temia voltear y encontrarme con la mirada fija en mi del tipo que
me señalo. No podia mirarlo de nuevo, mis nervios no lo soportarian.
Sentia los ojos del zombi que me señalo clavados en mi
espalda, cuando de subito, Freddy y Eliezer me pasaron por un lado como dos
bolidos para frenar el avance de los no muertos e intentar ganar algo de tiempo
para que Osvaldo abriera la puerta.
-Ellos tienen tanto o mas miedo que yo, pero aun asi lo
enfrentan como hombres - me avergonze de mi actitud cobarde al pensar en esto
–Si he de morir hoy, lo hare como un hombre. Mirare a la cara de la muerte y la
escupire antes de exhalar mi ultimo
aliento- Conclui y sin perder tiempo, me di la vuelta para ayudar a Eliezer y
Freddy.
El no muerto que me habia señalado, no se veia por ninguna
parte, si el recuerdo no fuera sido tan vivido, hubiera pensado que era fruto
del miedo y mi imaginacion, solo que estaba cien por ciento seguro que no fue
ni lo uno ni lo otro.
En todo este tiempo Eliezer y Freddy habian derribado unos
cuantos zombis. Vi como Freddy le asestaba un brutal golpe a uno de los zombis
en la coronilla, armado con la mandarria. El zombi cayo de largo a largo con el
craneo desfigurado. Por su parte Eliezer, era tan rapido y agil como un
acrobata. Me dejo con la boca abierta en la forma como acabo con un zombi que
debía de exceder los dos metros de altura, agarro al zombi que tenia mas cerca
y con suma rapidez evito su brazos y lo puso de espaldas luego, a la velocidad
del rayo trepo encima de este y brinco sobre sus hombros para golpear con el
martillo en el centro de la frente al gigante que cayo inerte al suelo; para
finalizar su acto, Eliezer destrozo de dos contundentes golpes, la cabeza del
zombi que habia usado como trampolin. Sus movimientos eran tan precisos y
calculados como el mejor de los atletas olimpicos , y eludia a los zombis
moviendose de un lado a otro como lo haria un boxeador profesional
Eliezer se seco el sudor de la frente, y me miro -Practico
Parkour- agrego con una sonrisa nerviosa.
No tenia tiempo para sorprenderme si queria salir con vida de
esta, asi que rapidamente me puso manos a la obra. Mi primer contricante fue
nada mas y nada menos que Alberto que se habia unido a sus congeneres -esta vez
no fallare- me dije a mi mismo. Alberto rugio con fuerza y yo en respuesta le
clave el cuchillo en el centro de la frente. Sin pararme a ver como se
desplomaba me enfrente al siguiente no muerto.
Entre los tres estabamos mermando al grupo de no muertos,
cuando me fije que la entrada se esta llenando poco a poco de mas zombis,
alcanze a ver mas alla de la puerta del deposito y calcule que como minimo, superaban
los treinta.
-¡Coño!- exclame en voz alta -Estos son los que estaban
abajo- Seguramente la horda que estaba desfilando por la avenida Urdaneta, decidio
desviarse al oir el alboroto que se estaba produciendo aqui. Gire para ver como
Osvaldo seguia trasteando con las llaves; el llavero se le cayo de las manos, y
rapidamente se agacho para recogerlo. A menos que se de prisa vamos a tener que
hacer una pequeña representacion de la batalla de las Termopilas y tengo serias
dudas sobre si aguantaremos tanto tiempo como los Espartanos.
Decidi cambiar de tactica y agarre uno de los sacos de harina
de trigo que quedaban en el deposito y se lo lanze a uno de los zombis, que
cayo de espaldas y quedo cubierto con la harina del saco que se rompio al
estrellarse contra el suelo. Eliezer y Freddy me imitaron y a su vez tambien les
lanzaron el ultimo de los sacos que quedaba, a la muchedumbre no muerta que
empezo a frenar su avance al verse bloqueados por los cuerpos de los blanquecinos
y empanizados zombis derribados.
La provision de sacos se agoto, y opte por lanzarles las
bandeja de hornear pan y cuanto objeto contundente tenia a la mano -Señor
Osvaldo, no quisiera ponerlo nervioso pero…- hice una pequeña pausa para tomar
aire -¡¡¡PODRIA APURARSE!!!-
-Ya casi consigo la llave hijo- Respondio el aludido con una
nota de panico y terror.
Los zombis estaban peligrosamente cerca y cada vez habia mas.
Lance un extintor que fue a parar en el pecho de uno de los no muertos, cuando
por fin Osvaldo abrio la puerta. Eliezer, Freddy y mi persona abandonamos el campo
de batalla a la carrera y salimos como alma que lleva el diablo de la
panaderia.
-Salimos del sarten para ir caer en la brasas- pense cuando
salimos al callejon para encontrarnos con mas no muertos -¡¡¡Podemos
pasarlos!!! Estan bastantes dispersos- agregue mientras evitabamos a la carrera
a los torpes zombis que nos seguian con paso tambaleante.
A pesar que el callejon era bastante ancho y los zombis
sumamente lentos, la cantidad de no muertos que pululaban por el, nos hacia
sumamente dificil avanzar.
En un arrebato de genialidad, vi como Eliezer agarraba uno de
los container de basura, de aquellos que tienen ruedas y los usaba como un
improvisado ariete. Sin perder tiempo todos nos unimos para empujar el
container. Tods los zombis que se interponian en nuestro camino eran derribados
y apartados a un lado.
Una vez en la avenida Baralt, vimos con horror como habia mas
de esas cosas dispersas de cabo a rabo por toda la avenida. Abandonamos el
container y corrimos avenida arriba tanto como nos permitian las piernas,
evitando a los no muertos, que se afanan en cerrarnos el paso.
-Estan por todas partes- solte la frase casi en un susurro al
ver la avenida totalmente infestada. Senti como mi cuerpo empezaba a temblar
levemente a causa del miedo.
Proseguimos con nuestra huida, siempre avenida arriba, donde
la concentracion de zombis parecia menor. Acto seguido tomamos una calle que se
encontraba a mano izquierda, solo para percatarnos que casi al final de la
calle, habia una compacta masa de zombis que nos trancaba el paso.
Intentamos desandar el camino pero era demasiado tarde, los
no muertos que nos seguian desde la avenida se congregaron a todo lo largo y
ancho de la calle para dejarnos atrapados.
-No hay pa’ donde agarrar, estamos jodidos- agrego Freddy
para acrecentar mis temores.
-¡Es la camioneta del señor Sylvio!- grito Osvaldo corriendo
en direccion a un amasijo de hierros que yacia en la acera unos cincuenta
metros mas adelante.
-No podemos hacer nada por el, señor Osvaldo, tenemos que irnos-
le dije frenandolo a mitad de camino y agarrandolo por los hombros. En ese
momento se nos echaron encima tres no muertos salidos de la nada, senti como
uno de ellos posaba una mano tan fria como la muerte sobre mi hombro. El horror
se apodero de mi y me lo sacudi rapidamente de encima, encaje con violencia una
patada en una de sus rodillas, que se partio del impacto y perdio el
equilibrio, acto seguido le atravese el ojo derecho al segundo zombi pero el
cuchillo se queda atorado en la cuenca ocular, quizas entre algun hueso. Deje
que el no muerto se lo quedara.
Osvaldo le propino un empujon al tercer no muerto y reempredimos
la huida, pero otro zombi se me echo encima y me hizo trastabilar, un segundo
cuerpo por fin me derrido y cai al suelo.
-¡¡¡CORRAN!!!- grite aterrorizado con todas mis fuerzas mientras
me debatia con los dos zombis; vi por el rabillo del ojo que otros mas se
acercaban. De un manoton en la cara me quite al que tenia encima y rode a un
lado para evitar al otro que luchaba por morderme una pierna. Gatee para
alejarme de su mandibula pero un tercer zombi me agarro por el tobillo, voltee para
ver a mi captor y contemple como de la cadera para abajo arrastraba una hilera
rosacea de entrañas, aparte para colmo de males solo conserva un brazo bueno ya
que el otro lo tenia completamente destrozado.
Forceje para liberarme y por fin lo consegui, antes de ponerme
de pie, otra figura se me puso enfrente, y gire a la izquierda para evitarlo
pero otro zombi me esperaba ansioso por clavarme lo dientes, con la fuerza que
surge del miedo, lo agarre por las
piernas, lo levante por los aires y lo deje caer. No tuve tiempo de tomar aliento
cuando otro zombi me salio al paso. Mi vista se tiñio de rojo fruto de la rabia
y la frustracion. Cegado por la ira agarre la cabeza del no muerto que ya se
las prometia felices, y estrelle mi rodila contra su cara, y en lo que dura un
suspiro, tome al siguiente zombi por los testiculos y el cuello y lo arroje
contra mis anteriores atacantes. A pesar de que el cansancio comenzaba a
pasarme facturas, decidi ignorar los sintomas de la fatiga y empuje a un hombre
sumamente delgado que cayo de manera torpe al suelo, sin esperar a que se
levantara lo agarre por las piernas y dando un rapìdo giro lo solte, para ir a
estrellarse contra otro gurpo que estaba peligrosamente cerca.
Tan afanado me encontraba luchando poseido por una cólera
ciega, que descuide mi espalda, acto que aprovecho un no muerto para agarrarme
por el cuello, con la firme intencion de llevarse un trozo de mi a su estomago,
creia todo perdido cuando el zombi cayo derribado por un golpe que Freddy le
propino en la sien derecha con la pesada mandarria.
Quize dedicarles unas palabras de agradecimiento a Freddy, a
pesar de que me encontraba sin aliento, por haberme salvado el pellejo, pero
mis palabras se vieron interrumpidas cuando un zombi que se movia a una
velocidad de vertigo, me golpeo en la cintura con sus hombros al mejor estilo
de jugador de Futbol Americano, en la caida note como me raspaba el brazo
derecho.
Mi mente se negaba a procesar lo que me estaba pasando. Una
cosa era verse envuelto en una horrible parodia de alguna de las peliculas de
George Romero, con el agregado de zombis que son capaces de pensar, aparte de que se transforman en pocos
segundos y otra muy distinta es agregarle a la ecuacion, zombis maratonistas
¿Qué vendra a continuacion? ¿Zombis voladores?
Mientras tanto, mi corazon latia de manera frenetica gracias
al torrente de adrenalina que fluia por cada centimetro de mi maltratada
humanidad. Quizas por esa misma adrenalina, fue como, casi en camara lenta, vi
que el zombi que me derribo, un anciano con la cara surcada por una maraña de
venas moradas, precipitaba su boca a mi
garganta. Tuve algunas preciosas centesimas de segundo para interponer el brazo
derecho entre el zombi y yo.
-¡Nooo!- gritamos Freddy y yo al unisono. Las mandibulas del
zombi se cerraron en torno a mi brazo.
-Esto es todo- conclui sabiendome condenado.