La botella de Glacial
iba por la mitad, el jugo de naranja estaba por acabarse y la bolsa de hielo se
reducía a un pequeño charco de agua fría regado en el suelo. Serian como las 7
y pico de la noche y me encontraba como casi todos los días en Plaza Nueva tomando
con mi vecino Javier, con Mauricio y su novia a quien apodábamos “Magic”, también
se encontraban Pumba, Daynett, Eloym y otras panas más.
Esta era mi rutina de casi todos los días
después de salir del trabajo de Oficial
de Seguridad en el Centro Comercial Milleniun me iba para la Plaza a tomar con mis
panas, entre comillas, porque a excepción de Javier, yo no era muy sociable con
ellos. No porque me cayeran mal, sino que es algo inherente en mi personalidad él
no ser tan animado, el ser anormalmente reservado y poco hablador. Mientras
Javier y Mau se dedicaban a jugar un “Skate” yo me dedicaba a tomar Glacial
con jugo de naranja mientras Magic,
pumba, y Daynett conversaban plácidamente sobre el nuevo video de You Tube
llamado la “Isla Presidencial”.
Decidí encender un
cigarrillo para hacer más pasable el sabor dulzón de mi trago cuando sucedió.
Una fuerte explosión
hizo estremecer el suelo. Calculando la intensidad del sonido y por el temblor,
deduje que la explosión o lo que fuera que hubiera pasado se localizaba varias
cuadras abajo, quizás cerca de Miraflores, todo el mundo dirigió la mirada
hacia el lugar de donde procedía el sonido.
-¡¡¡Mierda!!! ¿Qué paso? ¿Oíste marico?
¡Verga!-
Esa eran el tupio de exclamaciones que
escuchaba de los panas y de la mayoría de la gente que se encontraba en Plaza,
desde los niños, pasando por los adultos que solían sacar a pasear a sus perros
a esas horas. No obstante yo permanecí con el semblante tranquilo pero
internamente alerta, paso un minuto y algo y se escucho otra explosión aunque
esta vez menor, seguida de una serie de gritos estremecedores, gritos
desgarradores, de dolor. Otra explosión ya más cercana hizo que todos nos inquietáramos,
todo el grupo seguido de otros curiosos se
acerco al borde de la acera para ver qué pasaba calle abajo.
Mi boca se abrió de par
en par por lo que vi. El cigarrillo que no alcance a encender resbalo de mi
boca.
Pude ver una densa nube de color gris aproximadamente
de 10 metros de altura, que cubría todo el panorama 2 cuadras más abajo. Avanzaba
lentamente y ¡¡¡subía en dirección a la plaza!!!
Apenas me percate de la situación
una cisterna de agua de color rojo, quizás de Protección civil; emergió de la
nube totalmente fuera de control, paso frente a mí a escasos 3 metros de
distancia, y fue a dar contra la reja de la iglesia que se encontraba en toda
la esquina de la calle de arriba, traspaso la reja, se volteo de lado y se
estrello contra la entrada, no sin antes llevarse de por medio a dos ancianas
que por mala suerte iba saliendo en ese preciso momento del templo.
Un temblor incontrolable
se apodero de mí, mientras que mi mente se negaba a procesar todo lo que estaba
pasando, una nueva y aun más cercana explosión y los interminables y
angustiantes gritos me sacaron de mi estado de shock. Mi primera reacción fue
agacharme, voltee para ver a mis compañeros que ni cortos ni perezosos se
hallaban corriendo hacia el puesto de la guardia nacional que se encontraba en
el otro extremo de la plaza, a mi lado de pie solo se encontraba Javier
totalmente petrificado, fije mi atención en la nube que ya se encontraba a unos
50 metros de distancia.
Tenía que escapar lo más
rápido posible de ahí, en ese preciso momento un Ford Fiesta venia en dirección
a nosotros, también fuera de control. Me levante mientras agarraba a Javier por
la muñeca, lo jale con fuerza y nos apartamos de un brinco de la trayectoria
del vehículo, justo antes de que casi
nos atropellara, el mismo se estrello contra el
muro de concreto del Ministerio de Educación, que quedaba al lado de la
iglesia. Fije de nuevo mi atención en la nube que ya se estaba a menos de 30
metros, mire a Javier, mire la nube, voltee a mirar al puesto de la guardia
nacional, que ya se encontraba rodeado de personas y por ultimo mire la
cisterna volteada de lado, vaciando su cristalino contenido en la calle, había
tomado mi decisión.
-Marico vámonos hacia la cisterna y escondámonos
allá- le dije a Javier al tiempo que le señalaba.
Javier me miro con cara de incredulidad y respondió
-¿tú estás loco men? Vámonos para donde los guardias-
Mire de nuevo la nube y
le dije -You, mira esa vaina- replique señalándole la gran neblina -eso es lo
que esta de alguna manera jodiendo a la gente, no sé que es, quizás sea algún
tipo de gas venenoso, pero si de algo estoy seguro es que eso no se va parar ni
que los guardias le tiren granadas, vámonos para la cisterna, allá vamos a
estar más seguros-
Sin esperar a que me respondiera me fui
corriendo hacia la cisterna.
Ya la maldita nube se encontraba
peligrosamente cerca cuando me introduje, me empape de agua hasta las rodillas
e iba a cerrar la compuerta cuando alguien la detuvo.
-Achántala marico- era Javier.
Gracias a dios y me hizo caso, acto seguido cerré
la compuerta, me fije que el agua también se estaba saliendo por debajo, quizás
se rasgo cuando se volteo, no le di importancia a ese detalle.
-¿Hermano que es lo que está
pasando? Esto no es normal, esa vaina no parecía gas lacrimógeno ni nada
parecido- me pregunto Javier confundido.
La angustia reflejada en
su cara era visible aun en la oscuridad en la que nos encontrábamos -yo tampoco
se men. Lo único que sé es que estoy full cagado de miedo-. Fue lo único que
alcance a responder.
Nos quedamos en silencio, mientras tanto los
gritos afuera se escuchaban cada vez más cercano, sin previo aviso quedaron
ahogados por el sonido de un choque descomunal, seguido de otro y otro y aun
otro más, afuera había ocurrido un horrible accidente de tránsito.
Las piernas casi no me podían
mantener en pie , temblaban de forma violenta al igual que el resto de mi
cuerpo, sin cambiar la expresión calmada de mi rostro resbalo una lagrima a la
cual le siguió otra, y a esas solitarias lagrimas a continuación les siguieron
muchas más hasta convertirse en un
silencioso llanto…
Había pensado en el
destino que les esperaba al resto de mis familiares, a los cuales esto les tomaría
de sorpresa y no les daría el tiempo suficiente para ponerse a salvo.
Los minutos pasaban muy lentamente, me pareció
que llevaba una eternidad metido en mi improvisado refugio. ¿Una hora? ¿Dos?
¿Cinco? No podría decirlo con exactitud, el tiempo parece pasar de forma
distinta cuando uno espera algo, y yo en mi inocente ignorancia pensaba en que
esto tendría un final; un final en el que quizás oiría un par de sirenas de
ambulancias o de patrullas de policías, o tal vez los bomberos, hasta pensé que
podría llegar el ejercito.
Ninguna sirena, ningún
carro frenando, ningún maldito indicio de que alguien vendría a ayudarnos. Nada
se escuchaba, solo un inquietante silencio.
Para intentar desviar la
angustia de la incesante espera, distraje mi mente pensando en las razones por
las cuales esto paso. ¿Quizás el gobierno la cago con Colombia o con Estados
Unidos o quizás este fuera el comienzo de un golpe de estado? Por más locas que
sonaran mis teorías, mínimo tenía que haberse oído ya los disparos, si había un
enfrentamiento entre Venezuela y quien fuera que nos atacaba, tenía que por ley
escuchar una ráfaga interminable de disparos entre ambos bandos. Puede que no
fuera ninguna de estas posibilidades, además yo me fuera enterado si hubiera algún
conflicto de esta magnitud con otro país, aunque no acostumbraba a leer el periódico
o siquiera ver los noticias en la televisión, es mas casi ni veía la tele por
la gran cantidad de porquería, en lo que se había convertido últimamente.
Otras teorías, ¿Nos habían
invadido los extraterrestres? ¿Un fenómeno natural? - ¡si ya esta!- pensé en
silencio -que natural es una nube gigante que haga a las personas gritar de
dolor, y a los autos chocar- ¿La ira de dios?, -si que estoy jodido de verdad
para pensar en serio todo esto- pensé en preguntarle a Javier su opinión para
darle de que hablar, ya que desde que nos metimos aquí no había dicho ni “pio”.
-Men! Qué coño será
lo…- una ráfaga de disparos;
probablemente en mitad de la plaza, interrumpió mi pregunta.
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