“666”
Piso Número seis, Apartamento número seis guion seis, Bloque 13, Parque
Residencial La Montaña, Sector Las Casitas, Parte alta de La Vega, “una
dirección bastante singular” alcanzaban a pensar los más despiertos de mente y
con un poco de conocimiento bíblico, cada vez que Delinger Macero o Noretza
Sánchez daban la dirección de su domicilio.
Ella
de 23 años y el de 28 eran una pareja feliz que esperaban ansiosos la llegaba
del primer hijo de ambos ya que Noretza estaba embarazada, tenía un mes.
La
vida era generosa con ellos, no podían pedir más, ambos eran Técnicos en
Emergencias graduados o lo que es lo mismo “Paramédicos” solo que Delinger se
desempeñaba como Policía y Noretza era ama de casa.
Esa Noche ambos se encontraban en el
apartamento ya que Delinger no tenia guardia ese día. Ambos estaban en la
habitación acostados viendo en el DVD una película “Infectus” era el titulo.
Delinger se levanto.
-Voy a tomar agua- hizo un pausa y estudio el
rostro de Noretza y agrego –ya vuelvo- fue su respuesta al ver que Noretza
empezaba a protestar por haberse despegado de su lado.
Ya estando en la cocina bebió directamente de
la jarra, a pesar de que Noretza le
había dicho mil veces que se sirviera en un vaso. Cerró la puerta de la nevera
y sin más que hacer se dirigió al cuarto. Capto un leve sonido, era bastante
lejano, casi un rumor, pero sus oídos insistieron en identificar tan peculiar
sonido muy distinto a los que está acostumbrado a escuchar en el apartamento y
sus alrededores.
-¡¡¡Papiiiiiiii!!!- Grito Noretza desde el
cuarto.
-Ya
voy- Respondió Delinger.
El
sonido gano un poco de intensidad.
-Suena
como gritos en un estadio de beisbol- pensó para sí mismo.
Delinger quiso quedarse con la intriga. Salió
afuera del apartamento para asomarse y escuchar con mayor claridad.
Lo que
vieron sus ojos, lo hicieron dudar si estaba despierto o estaba soñando.
¡¡¡ La Vega arde!!! Desde el bloque donde vivía,
tenía buena visibilidad de gran parte de la Vega y vio decenas de pequeños
incendios. Ahí de pie en el pasillo, alcanzo a escuchar cada vez con mayor
nitidez los gritos de personas.
Su
atención se centro en la calle, donde un motorizado perdió el control de su
moto, rodando aparatosamente contra el asfalto, Delinger pudo notar a pesar de
la distancia, como el hombre dejo un generoso rastro de sangre y parte de su
masa cefálica regada en la calle.
Unos
leves gemidos lo hicieron desviar la vista hacia la izquierda, su vista se fijo
en el interior del apartamento del fondo del pasillo, el cual, tiene la puerta
abierta, dos figuras; una señora de unos sesenta y tantos años y un joven de
unos veinte y pico, estaban de pie y con su mirada fija sobre él.
Ambos
tenían el rostro desprovisto de cualquier signo de vida, aunque la gran
diferencia visible, era que el joven estaba cubierto de pies a cabeza por
sangre. Delinger dio unos temblorosos pasos hacia atrás intentando alejarse de
tan macabra impresión.
Delinger cayó en cuenta que es imposible que
un ser humano se mantenga en pie con tal pérdida de sangre.
-Hemorragias internas, desgarramientos de
tejidos por rompimiento de costillas ¿pulmones perforados por una
costilla? ¡Coño! Esto no puede ser
debería estar tirado en el suelo, víctima de un paro respiratorio o un shock
hipovolemico- concluyo Delinger, tratando de explicarse que les había pasado al
joven, o mejor aún ¿Cómo podía estar en pie?
-¡Paaaapiiiiii! ¿Que estás haciendo? Te estoy
esperando- La voz amortiguada de Noretza proveniente del cuarto tenía una nota
de impaciencia. Delinger aun sentado miro con fascinación morbosa a sus vecinos, intentaba comprender de donde
había salido la sangre que los bañaba por completo ya que no mostraban ninguna
herida visible. Es como si se fueran desangrados por todos los orificios
corporales, boca, oído, ojos, ano, etc.… era algo antinatural.
De improviso el joven profirió un rugido
animal y al mismo tiempo, su cara se deformada en una mueca cargada de odio
visceral, y cual maratonista olímpico, corrió lanzándose encima y derribando
los 170 kilos de peso de Delinger.
-¿Qué coño te pasa? ¿Estás loco?- Interrogo
Delinger al joven que rugía enloquecido tratando de morderlo.
Delinger lo agarro por los hombros mientras
su ahora ex vecino la lanzaba dentelladas directo a la cara, podía sentir el
fuerte olor hierroso de sangre que despedía.
Delinger logro mantener a raya al joven con
una sola mano, mientras que con la otra le propino una furiosa cachetada.
Había un problema; el joven no pareció notar
que le habían dado un golpe.
-¿Porque no empieza a convulsionar o siquiera
a desmayarse, es como si no notaran el dolor?- pensó confundido Delinger.
En ese momento noto que Noretza estaba parada
en la puerta con la boca formando una “O”
perfecta.
Al parecer intentaba decir algo, pero la
impresión no la dejaba vocalizar correctamente. Justo en ese momento la anciana
aferro a Noretza de un brazo.
Noretza lanzo un grito aterrador al ver a la
anciana. Intento liberar el brazo del agarre de la vecina sin éxito, Noretza
hizo acopio de todas fuerzas y entro al apartamento zarandeando a la vieja por
todas partes para intentar liberarse.
Por toda respuesta la vieja profirió un
rugido salvaje, mientras intentaba morder la garganta de Noretza
-¡No! ¡Suéltala!- grito Delinger fuera de sí
-¡Está embarazada! No puede hacer ningún esfuerzo-
La rabia se abrió paso por el organismo de
Delinger transformándola en adrenalina, acto seguido, con el brazo que tenia
libre estampo la cabeza del joven que seguía intentando morderlo, contra el
muro que tenía a su derecha.
El golpe no pareció afectar en nada al joven.
Delinger volvió a estamparle la cabeza contra el muro pero esta vez con más
fuerza, una, dos, al tercer impacto el joven dejo de moverse.
Delinger tiro a un lado el cuerpo inerte,
tenia parte de la cabeza desfigurada por los golpes. Pudo distinguir parte del
cerebro mezclado con una especie de espuma rojiza.
Inmediatamente se puso de pie. Al final del
pasillo, en la pared del fondo del apartamento había un espejo de tamaño
natural, Delinger vio como su reflejo le dedicaba una gélida mirada, un hombre de 28 años, descalzo sin
camisa con el pecho y parte del abdomen cubierto de sangre semi coagulada, que
guardada cierto parecido con gelatina de fresa a medio cuajar.
Un sonido de cristales rotos, llamo su
atención.
Noretza se llevo las manos a la boca
horrorizada. La decrepita y chocante vieja que tenía por vecina, cayó de
espalda sobre la mesa de cristal que servía como centro de sala, haciéndose
profundas cortadas en los brazos y piernas.
Noto el profundo corte que tenía en la pierna
derecha que dejaba al descubierto el musculo del muslo.
Noretza retrocedió asustada con el rostro
pálido por el miedo. Su vecina se levanto ignorando la herida y el añadido del
dolor, que debería hacerla chillar como puerco en matadero.
Recorrió la sala con la vista intentando
buscar algo con que defenderse. Cogió con rapidez una de las sillas del mini
bar, y la esgrimió contra la vieja cual domador de Tigres de circo.
La anciana, ya de pie; avanzo hacia Noretza
con los brazos extendidos y con los ojos teñidos de un odio irracional.
-¡No se me acerque! Quédese donde está o no respondo-
grito Noretza, intentando que sus palabras sonaran con una seguridad que no
sentía para nada.
Su vecina siguió avanzando, haciendo caso
omiso de la advertencia.
De improviso, Delinger hundió con fuerza el
cuchillo que había tomado de la cocina que quedaba justo a mano derecha de la
entrada del apartamento, en la cabeza de la anciana, que enseguida se desplomo
en el suelo.
-¿Qué hiciste papi?- pregunto Noretza al
tiempo que dejaba caer la silla -¡La
mataste! Esta… está muerta ¿Y ahora? ¿Y la policía? ¿Qué vas a decir?
-No creo que la policía venga- respondió
Delinger con una expresión de horror en estado puro, dibujada en su cara.
-¿Como que no va a venir? ¿Qué estás diciendo
papi?- interrogo Noretza confundida por las palabras de Delinger.
Sin mediar palabra alguna Delinger agarro a
Noretza del brazo y la saco al pasillo y le señalo en direcciona la planta
baja.
Noretza reprimió un grito al ver como un
nutrido grupo de personas, desgarraban con saña el cuerpo del conserje -¿Se lo
están comiendo?- se pregunto Noretza. Delinger sin darle tiempo a Noretza a que
asimilara lo que sus ojos estaban viendo, le señalo al parque que pertenecía al
edificio de enfrente, donde dos niños se arrastraban en dirección a la cancha
de Básquet.
Ambos tenían las extremidades deformadas,
aplastadas, como si hubieran caído de una gran altura; no eran más que simples
bultos de carnes que se arrastraban a pesar de que a simple vista, parecían
tener la mayor parte de los huesos rotos.
Por último Delinger le señalo hacia el
estacionamiento que quedaba al lado de la cancha. Una gran cantidad de personas
totalmente bañadas de sangre, estaban congregadas alrededor de un Malibu azul,
algunos daban furiosos golpes a los vidrios mientras emitían espantosos
alaridos. De improviso uno de ellos aferro con fuerza algo dentro del Malibu
mientras forcejeaba -¡Estaba atacando a alguien dentro del vehículo!-
Y entonces sin aviso alguno una gran
explosión ubicada a bastante kilómetros de distancia del edificio, ilumino la
noche; elevándose al cielo formando un gran hongo color naranja.
-No van a venir- concluyo Delinger mientras
con su brazo atrajo a Noretza hacia él, en un intento de protegerla de los
futuros peligros que tendrían que afrontar.